Moisés había nacido
para servir a Dios. Pero a la edad de 80 años, él aún no sabía cómo.
Cuando tenía 40, pensó que
debía servir a su manera. Entonces, defendiendo a uno de sus hermanos, mató a
un egipcio y como consecuencia tuvo que huir al desierto.
¡Dios le estaba preparando
el camino!
En ocasiones ponemos énfasis
en nuestra edad para servir, o a veces en el cuándo y en el cómo. Otras, pensamos
que somos muy jóvenes o muy mayores para la Obra. Pero la Biblia nos enseña que
no hay edad para servir al Altísimo cuando Él nos llama.
(Éxo. 3: 1-2) Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su
suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó
hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de
fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la
zarza no se consumía.
Moisés ya era pastor de
ovejas. Lo había hecho por 40 largos años.
Pero estas ovejas no eran
de Dios, eran de su suegro.
Llama la atención que Moisés llevase las ovejas de Jetro a través del desierto y que llegara hasta Horeb, monte de Dios, donde vio la zarza ardiente.
Y aunque ni siquiera lo
imaginaba, Moisés haría lo mismo con el pueblo de Israel durante otros largos 40
años, recorriendo incansablemente el mismo camino del desierto hasta llegar de
nuevo a Horeb.
¿Qué nos enseña Dios en su
Palabra?
Nos enseña que Dios usará algo
de lo que tienes.
Porque ha sido Dios quien te
lo ha dado para prepararte el camino.
La Biblia dice que Pedro,
Juan y Jacobo eran pescadores en el lago de Genesaret. Y suponemos que desde
niños lo fueron, siendo enseñados en este oficio por sus padres.
¿Cuántas veces pescarían
grandes cantidades de peces, que parecía que su barca se hundía? No lo sabemos.
Pero aquél día en que
habían trabajado toda la noche, sin pescar nada, fue cuando Jesús apareció en
sus vidas. Y el Señor Jesucristo les diría cómo hacerlo, (tirando las redes a
la derecha), aunque ellos usaban sus propios medios. ¡Fue cuando la pesca fue
realmente milagrosa!
Fue entonces cuando el
Señor Jesucristo los llama a servir y les dice: “Yo los haré pescadores de hombres”.
Todos ellos sabían tirar
las redes; ninguno pescaba con anzuelo. Con anzuelo pescarían acaso un pez. Pero
cuando ellos tiraron las redes el día de Pentecostés, su primera pesca para
Dios fue en gran manera milagrosa.
Y la Biblia dice que otro
día, a la puerta del templo “La Hermosa”, Pedro y Juan volvieron a tirar las
redes, teniendo lugar la segunda pesca, más milagrosa todavía.
Moisés conocía los caminos
del desierto, las tribulaciones; sabía lo que era pasar sed, hambre, soledad. Él
estaba acostumbrado a pastorear ovejas, a lidiar con ellas, a llevar una vara
en la mano.
(Éxo. 4:2) Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu
mano? Y él respondió: Una vara.
Y esto fue todo lo que Moisés
necesitó para sacar al pueblo de la opresión de Faraón y llevarlo, por 40 años,
por el mismo camino que había recorrido antes de ser llamado… para llevar al
pueblo hasta Horeb, monte de Dios.
Tanto Moisés como los primeros
discípulos usaron algo de lo que tenían y algo de lo que sabían.
¡Dios les había preparado
el camino!
Moisés usó la vara, su
paciencia, su conocimiento del desierto. Y los discípulos echaron muchas veces
sus redes para pescar hombres.
Sin que nadie lo supiera,
Dios preparó a Moisés por muchos años antes de llamarlo y usarlo, y Dios
preparó igualmente a los discípulos previo a hacerles el llamado.
Dios siempre usará algo de
lo que tienes.
Así como el Señor preparó de
antemano a todos ellos antes de llamarlos y usarlos, lo mismo hará contigo,
hermano que nos lees.
Sin importar lo que estás
haciendo hoy, Dios habrá de usar un día tus talentos, tal como ocurrió con Moisés,
con los discípulos, y tantos más.
Dios, al final, usará algo
de lo que tienes.
¡Bendiciones para todos!
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