“Porque
no para siempre será olvidado el menesteroso, ni la esperanza de los pobres
perecerá perpetuamente”
(Salmo 9:18).
Las
ideologías humanas han fracasado en su conquista de un paraíso terrenal.
Han buscado infructuosamente hacer justicia
a los pobres de la tierra, instaurando sistemas de gobierno que se han vuelto
contra quienes buscaban aparentemente favorecer.
Sin embargo, los pobres y menesterosos
tendrán una victoria final.
Años y siglos de injusticias no habrán sido
en vano.
Y la justicia y la vindicación no vendrán
de un gobernante terreno ni de un sistema político, sino del Dios de toda
misericordia y consolación.
De Aquél que, “siendo rico, por amor a nosotros, se hizo pobre, para que nosotros, en su pobreza, fuésemos enriquecidos” (2 Cor. 8:9).
Quedarán vengados los sufrimientos de
quienes soportaron toda una vida de despojo y de humillación.
Serán vengados del rostro ceñudo del rico
prepotente, del esquilmador, del avaro maldiciente, del despojador de los
bienes y de sus hijos.
Y no será un asunto de ideología. Será un
asunto de justicia divina, la misma que opera en el episodio del rico y Lázaro.
Al rico se le dijo: “Acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males,
pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado” (Lucas 16:25).
¡Qué gozo será el de millones de pobres,
levantados al gozo del Señor!
¡Cuántas lágrimas de gozo lavarán heridas
purulentas, y miradas de dolor!
¡Cuántos rostros que nunca se atrevieron a
mirar de frente verán sin temor a Aquél que levantará su cabeza para siempre!
La recompensa no se recibe en este mundo.
Porque aquí en la Tierra no hay rebelión,
no hay vindicación presente posible que pueda lograrlo.
Este tiempo no es de victorias, sino de humillación.
La Palabra de Dios dice: “Si sufrimos (aquí), reinaremos con él” (2 Tim. 2:12).
La visión de esta realidad lleva al
cristiano a esperar confiadamente el tiempo de la vindicación de Dios.
¡Dios les bendiga!
Aguasvivas.cl
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