miércoles, 24 de febrero de 2021

!CRISTO VIENE!

 


(Lucas 12:35-48) Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; 36 y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. 37 Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. 38 Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. 39 Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. 40 Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.  41 Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos? 42 Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? 43 Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. 44 En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes. 45 Mas si aquel siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a los criados y a las criadas, y a comer y beber y embriagarse, 46 vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles. 47 Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. 48 Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.


ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO.

 

Amigos, hermanos que nos visitan:


En esta porción de las escrituras de “El siervo vigilante” y “El siervo infiel”, hay varias lecciones de inmensa importancia para estos últimos días en que vivimos.


PRIMERO: El Señor viene. «Cuando regrese de las bodas» (v. 36). No se trata del momento en que muramos, pues en la muerte somos  nosotros quienes vamos a Él.


Se trata más bien de la venida del «SEÑOR MISMO», que dijo: «Volveré otra vez» (Jn. 14:3).


¿Acaso no les dijo a los discípulos el mensajero celestial que «Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá así, tal como le habéis visto ir al cielo»? (Hch. 1:11).


SEGUNDO: Vendrá como ladrón (v. 39). Vendrá repentinamente, como un rayo (Mt. 24:27), y como ladrón, inesperado para la gran mayoría.


Un ladrón nunca pensaría en decir el día y la hora en que vendrá a una casa para entrar a robar. El día del Señor viene como ladrón en la noche. Esta terrible noche está rápidamente cayendo sobre nosotros.


«Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como un ladrón» (1 Ts. 5:2-6).


TERCERO: Deberíamos estar esperándole. «Dichosos aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando» (v. 37).


No debemos esperar la muerte, sino «la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a Sí mismo por nosotros» (Tit 2:13).


Se dice para crédito de los convertidos de Tesalónica que abandonaron «los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo».


¿No esperamos siempre y velamos aguardando el regreso de los seres amados cuando se van de nosotros por un tiempo?


Si Cristo es Precioso para cada uno de nosotros, entonces no podemos dejar de esperar y anhelar su regreso personal.


CUARTO: Debiéramos estar dispuestos para encontrarnos con Él. «Vosotros, pues, también, estad preparados» (v. 40).


Esta disposición consiste en tener nuestros lomos ceñidos, y nuestras lámparas encendidas (v. 35).


El «ceñimiento» y el «tener encendidas» habla de enseñanza y testimonio, la doble necesidad de estos días últimos, en los que muchos se están apartando de la fe y dando oído a fábulas y a las tradiciones de los hombres, que invalidan la Palabra de Dios (Mr. 7:13).


Los lomos de nuestro entendimiento deben estar «ceñidos con la VERDAD», y las especulaciones de los «críticos» nunca llegarán a ella.

La lámpara de la vida debe ser limpiada y arder resplandecientemente por medio del aceite del Espíritu Santo.


QUINTO: Los creyentes fieles serán recompensados cuando Él venga (vv. 41-44).


Todos los siervos de Cristo son «administradores de los misterios de Dios» (1 Co. 4:1), y como tales se espera que den a la casa de la fe «a su tiempo... la ración conveniente». Nosotros, como creyentes, «debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno recoja según lo que haya hecho» (2 Co. 5:10).


La expresión «Bien hecho» nunca será dicha a los que hayan vivido sólo para sí. Una vida egoísta es una existencia deshonradora de Dios y cobarde. Los tales de cierto tienen su recompensa.


SEXTO: Los infieles sufrirán pérdida a su venida. Cristo los cortará, separándolos de los fieles, y poniendo su parte con los infieles (v. 46).


La parte de los infieles es una vergonzosa frustración (1 Jn. 2:28). Esperar la venida del Señor Jesús tiene un poderoso efecto sobre la vida diaria. Fue el que dijo: «Mi señor tarda en venir», el que comenzó a golpear a los criados (v. 45).


Los niños en la escuela se comportarán bien si saben que el maestro está a la puerta, entrando. Es posible ser salvo y sin embargo sufrir pérdida de toda recompensa al ver todas nuestras obras quemadas en el fuego de sus juicios (1 Co. 3:12-15).


Pero habrá grados de castigo, por cuanto hay grados de privilegio. A quien mucho le es dado, mucho le será demandado (vv. 47, 48).


Sea que los azotes sean muchos o pocos, el Juez de toda la tierra hará lo justo. Alabemos su Nombre, que «por sus llagas fuimos nosotros curados» (Is. 53:5).


Es tiempo de arrepentimiento amigos y hermanos.


Y si tú no has recibido aún al Salvador en tu corazón, éste es el momento. Te invito a hacer esta oración de Fe para que lo recibas, y Jesús mismo te salvará. Sólo repite conmigo:


PADRE CELESTIAL:


En este momento decido recibir a Jesús en mi corazón como mi Señor y Salvador. Te pido perdón por todos mis pecados. Gracias por regalarme la vida eterna. Amén.


Dios los bendiga a todos.




martes, 16 de febrero de 2021

LA FE GENUINA


 

LA FE GENUINA

TEXTO BÍBLICO: (Lucas 7:1-10)

Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. 2 Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. 4 Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. 6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano. 8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.

ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO.

Yo me acuerdo de la sabana, cuando siendo niños íbamos a San Joaquín o al Paraíso, o cuando nos subíamos a los árboles a cortar mangos, zapotes chicos, zapotes domingo, zapotes prietos, pitayas, guayabas y tantas frutas.

Y cuando íbamos allí, todos sudados, me gustaba sentir la brisa fresca que me daba en la cara y me hacía sentir pleno, feliz, lleno de vida, contento, maravillado en el corazón de todo lo que había a nuestro alcance.

Y hoy recuerdo todos esos momentos al leer este pasaje de la Biblia. Lo recuerdo al ver la forma en que trata este centurión con el Señor Jesucristo… DE LEJOS, CON MEDIADORES… Y NUNCA LO VE… Y sin embargo cree ciegamente en Él. Es un viento fresco, un refrigerio para el corazón.

Amigos, hermanos, esta Palabra es algo así como una refrescante brisa de la sabana, o de los montes, que nos da en la cara y nos refresca el corazón.

Porque todas las cosas son posibles para el que cree… y en este soldado romano vemos a un hombre totalmente práctico en la guerra ética, y en la guerra espiritual. No era judío ni seguía a Jesús, ni conocía doctrina… no andaba entre las multitudes que seguían al Señor… pero este hombre tenía una fe inquebrantable. Él creía que Jesús tenía la Autoridad del Cielo.

Y hermanos, esto es algo que Dios pone ante nuestros ojos de cristianos de tal manera que no seamos incrédulos ante nada, sino para que seamos creyentes de que Dios hace milagros… que creamos que cosas que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Dice la Palabra que el criado de este soldado o centurión estaba enfermo de muerte. Pero el soldado, aunque le tenía mucho aprecio, en vez de lamentarse, decide enviar en el acto a buscar al médico de médicos (v. 3).

Y ya desde allí hay algo que rompe el espacio y el tiempo… hay algo que apunta a lo sobrenatural. PORQUE TODA FE EFECTIVA TIENE QUE SER SOBRENATURAL. No existe la fe natural, porque Dios no opera en las cosas que podemos ver, sino en las que no vemos, en las cosas que aún no son… tenemos que grabarnos eso.

¿Qué nos quiere enseñar el Señor a nosotros con esta Palabra?... La honradez de la fe del centurión y la sencillez que muestra en su corazón.

Porque él muestra su fe de una manera que hace que el mismo Señor se maraville de su sencillez y honradez (vv. 8, 9). «Dilo de palabra, y mi siervo será sano. Pues yo también soy un hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y le digo a éste: ¡Ve!, y va; y a otro: ¡Ven, y viene

¡Cuán hermosamente sencilla y poderosa es su Fe! Como buen soldado, cree que el gran Capitán sólo tiene que dar la orden de sanidad para que ésta se ejecute y ya!.

Esta fe inquebrantable de un militar no judío, no podía pasar de largo sin que Jesús hiciera una especial mención de ella:

El Señor dijo: «De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande».

Vamos a ver algunos aspectos importantes de esta Palabra para que los pongamos por obra, en el Nombre de Jesús:

PRIMERO, está la necesidad del siervo. Estaba en una condición de TOTAL IMPOTENCIA. «Estaba enfermo» (v. 2). No podía ayudarse a sí mismo… Estaba tirado en un lecho. No sabemos cuanto tiempo llevaba así, pero seguro que su esperanza se había desvanecido. Y qué triste es esto amados hermanos. Yo pasé una vez por una situación así, y créanme que es algo terrible, donde uno casi ve el infierno.

HABÍA UNA GRAN MISERIA. Porque dice la Biblia que estaba «terriblemente atormentado» (Mt. 8:6). Y yo me reflejo en esta palabra.

Este siervo se encontraba en terribles sufrimientos. Todos los días sufría su enfermedad y no tenía ninguna esperanza. Seguramente su amo el centurión había pagado a médicos, como aquella mujer del flujo de sangre, pero no había sanado.

Este siervo ESTABA EN PELIGRO INMEDIATO. «A punto de morir» (v. 2). Ya estaba en las últimas.

Su enfermedad lo había llevado al borde de la muerte, y toda la sabiduría y el poder del hombre eran cosas vanas e impotentes para librarlo, para devolverle la salud.

Este siervo podía morir en cualquier momento, y esto debía causarle una desesperación mortal.

PERO ENTONCES VIENE LA PETICIÓN DEL SOLDADO A JESÚS, o sea, ES UNA INTERCESIÓN PODEROSA. La Biblia dice que éste soldado intercedió por su siervo moribundo.

¿POR QUÉ LO HIZO? ¡PORQUE CREYÓ EN LA AUTORIDAD DE JESÚS PARA SANAR!

Dice la Palabra en el (v, 3) «cuando el centurión oyó hablar de Jesús»… O sea que ni siquiera lo había visto, ni tampoco lo había oído personalmente… él solamente oyó a otros hablar de Jesús… y esto implica claramente que creyó lo que oyó decir de Jesús… y lo puso en acción, e intercedió por el enfermo.

Hermanos: ninguno de nosotros ha visto a Jesús ni lo ha oído en persona. Pero eso no es necesario. Lo único que Él nos pide es creer en Él, es creer en Su Palabra, como lo hizo este soldado. Tú eres un soldado de Jesucristo, cree en tu Señor y Él hará… ora creyendo, pídele y te dará, toca y se te abrirá… esa es la regla de Oro del Señor.

Dice la Palabra que la fe viene por el oír. Y este soldado oyó y creyó. No necesitó ver.

La Palabra de Dios nos habla del Apóstol Juan, cuando corrió con Pedro al sepulcro de Jesús y llegó primero, y vió las vendas del Señor puestas en el mismo lugar, y creyó… o sea, Juan vió las vendas como si estuviera el cuerpo dentro, pero el cuerpo de Jesús ya no estaba… Y la Biblia nos habla de que Tomás creyó cuando Jesús se le apareció, y le habló, y le pidió que metiera los dedos en los hoyos de sus manos y en su costado, y que no fuera incrédulo sino creyente…

Pero este centurión no necesitó nada de eso… éste no era discípulo, ni siquiera era judío… él sólo le mandó pedir a Jesús que sanara a su siervo moribundo… Y Jesús se maravilló de su fe porque NUNCA SE VIERON EN PERSONA.

Toda esa gente, todas esas multitudes que seguían al Señor no creían realmente en Jesús, aunque ellos habían visto milagros y maravillas…. ¿sabes por qué? Porque siempre le seguían pidiendo señales…  Pero éste soldado ni era seguidor de Jesús, y sin embargo Creyó De Lejos.

Ahora, aquí hay algo hermanos que la verdad hace llorar. Y es la humildad que demuestra este soldado ante la SANTIDAD DE JESÚS.

Hoy en día hay tanta falsa humildad entre la gente, que uno a veces se desanima al ver tanta soberbia e indiferencia en las iglesias o engaños entre los que sirven.

Pero Dios nos abre una VENTANA MUY GRANDE para que nos asomemos a ella para ver una GRAN VERDAD acerca de LA FORMA EN QUE HAY QUE PEDIRLE AL SEÑOR.

ESTE SOLDADO FUE UN GRAN CREYENTE Y MANIFESTÓ SU GRAN HUMILDAD DE CORAZÓN.

Dice la Palabra que Jesús ya iba en camino hacia su casa… pero el centurión no le permitió llegar. (vv, 6-7) Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano.

Jesús ya iba para su casa… pero el soldado le mandó decir: Señor Jesús: «No soy digno de que entres en mi casa».

Fíjese que los ancianos judíos habían dicho de él, en el (v. 6) que el centurión era digno… porque él ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».

Pero este hombre no consideraba que sus buenas obras le hicieran merecedor de una dignidad como la de tener al Hijo de Dios bajo su techo.

¿Saben a qué me recuerda esto?  A aquél publicano de la parábola de (Luc. 18:13), que fue a orar junto con el fariseo, y ni siquiera quería alzar los ojos al cielo porque se consideraba pecador, y sólo alcanzó a decir: Dios, sé propicio a mi, pecador.

Y mientras tanto, el fariseo se ufanaba sin parar de todas sus obras, pero su oración no pasaba del techo. Sin embargo, Dios justificó al pecador, no al fariseo. Esto nos enseña que nada de lo que hagamos nosotros, nos hará dignos de que Cristo more en nosotros. Y así procedió justo este soldado... él lo supo reconocer sin ser un seguidor de Jesús.

Esta humildad de espíritu del soldado viene a ser para Jesús como el candor  de un niño pequeño, es como el viento refrescante de la sabana, o el aire arriba de un monte… es el mismo aliento del cielo, es un refrigerio para el alma de Jesús.

PERO EL SOLDADO NO SÓLO ERA HUMILDE, SINO TAMBIÉN CREYENTE. «Dilo de palabra, y mi siervo será sano» (v. 7).

Podemos decirle al Señor: Señor Jesús, tu Palabra me sanará desde donde estés, sea en Capernaúm, en la montaña, en el cielo, en mi corazón… La fe tiene siempre que ver con la Palabra de Dios, y se satisface con ella, sabiendo que FIEL ES AQUEL QUE HA PROMETIDO.

¡Su Palabra no puede fallar!

¡Cuántos están sirviendo al Señor en dolorosa esclavitud, buscando señales y sentimientos, en lugar de actuar confiados en su Sagrada Palabra!

El Señor ya ha pronunciado muchas palabras que son precisamente adecuadas para nuestro caso, y que son tan válidas para nosotros hoy, igual como lo fueron en la antigüedad.

«Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida», dice Jesús en (Jn. 6:63).

ENTONCES JESÚS RESPONDE CON UN GRAN MILAGRO.

Porque vemos que la respuesta del Salvador Fue RÁPIDA. «Iba Jesús con ellos» (v. 6). La gracia y la verdad que vienen con Jesucristo nunca llegan demasiado tarde.

Toda petición hecha al Señor con fe, hallará una rápida respuesta en el amor de Dios.

«A su tiempo Cristo murió por los impíos»; ¿cómo no va a responder Él a su tiempo al clamor de nuestra fe?

Y FUE ADEMÁS UNA RESPUESTA ALENTADORA PARA TODOS LOS SIGLOS. Jesús dijo: «Ni aun en Israel he hallado una fe tan grande» (v. 9).

Estas palabras que honraron aquella fe del soldado fueron dirigidas al pueblo que le seguía. Pero también quedaron para la posteridad en los evangelios, para todas las generaciones. QUÉ GRANDE ES EL SEÑOR.

Jesús se maravilla del centurión y se complace por su fe tan grande. Porque sin fe es imposible agradar a Dios.

LA RESPUESTA DE JESÚS FUE EFICAZ. «Y fue sanado su criado aquella misma hora» (Mt. 8:13).

Él simplemente envió su palabra, y lo sanó (Sal. 107:20).

Esa frase de Jesús: «Hágase contigo como creíste»…. O… «así se haga contigo», es el Amén de Cristo a toda oración de fe…. Porque Cristo mismo es el AMEN de Dios ante un clamor agonizante y confiado de la humanidad (Ap. 3:14): He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.

Hermanos: La fe pequeña minimiza a Cristo el Señor, y estrecha el canal de la bendición.

Los corazones que dudan pueden llamarle grande, pero poco se fían de Él.

En (MAR. 11:22) Jesús les dice a sus discípulos: Tened fe en Dios. Tened fe en Dios. Tengan fe en Dios.

Y esa es la Palabra de FE que les traemos hoy a todos ustedes.

Hoy Vamos a hacer una oración por los que están enfermos o en necesidad. Todo el que crea HOY que Dios le puede sanar o librar, o que le puede suplir su necesidad, cualquiera que sea, recibirá lo que pida, porque la Palabra de Dios así lo dice.

Y al final oraremos para dar gracias a Dios por todo lo que él ha hecho y hará en esta tarde. EN EL NOMBRE BENDITO DE JESÚS. AMÉN.



(Palabra predicada por el pastor Federico Aguilera por ZOOM a un grupo familiar de creyentes el lunes 15 de febrero de 2021)


viernes, 12 de febrero de 2021

 AMABLES AMIGOS:

TODOS LOS DOMINGOS A LAS 7:00 PM

ESTAREMOS PREDICANDO UN MENSAJE BÍBLICO

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DIOS LOS BENDIGA.






jueves, 11 de febrero de 2021

JESÚS VINO A LLAMAR A PECADORES

 


JESÚS VINO A LLAMAR A PECADORES

(Mateo 9: 9-13) Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.

10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos.

11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?

12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.

13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

 

ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO.

 

La Biblia dice que grandes multitudes seguían a Jesús (Mt. 8:1), pero Jesús sabe la inutilidad de la mera popularidad.


Este río de favor público pronto se iba a secar. Jesús «no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Mt. 20:28).


Veamos aquí:


I. El llamamiento de la gracia. «Jesús le dijo: Sígueme» (Mt. 9:9).


Si Cristo hubiese estado buscando popularidad entre los hombres, no hubiera llamado como amigo personal a un odiado recaudador de impuestos.


Jesús tiene misericordia de ti, de mí, de todos los pecadores.


Porque la gracia para salvar las almas vino a este mundo por Jesucristo.


Como el agua busca el nivel más bajo, así la gracia de Dios está buscando el alma más necesitada, y Cristo está buscando tu alma.


Cristo salva, no porque somos ricos o justos, sino porque somos pecadores. Todos los hombres tienen libertad para seguirle, pero Él llama a pecadores al arrepentimiento.

 

II. La obediencia de la fe. «Se levantó y le siguió» (Mt. 9:9).


Mateo puede haber sabido y oído mucho acerca de Jesús antes de este momento. Pero ahora su llamamiento llega para una inmediata decisión por Cristo.


Es posible creer mucho en cuanto a Jesús, y sin embargo en el corazón no ser uno con Jesús.


Pero Mateo hizo lo correcto: «Dejándolo todo, se levantó y le siguió.»


Seguir a Jesús es evidencia de fe. El discipulado puede muchas veces significar «dejarlo todo». Así fue con Abraham. Él creyó a Dios y salió de su tierra y su parentela.

 

III. Una prueba de amor. «Le hizo gran banquete» (Luc. 5:29). «Estaba Jesús sentado a la mesa en la casa


Amigos: Festejar y seguir a Cristo tienen un maravilloso efecto que abre el corazón. Es una bendita experiencia: Jesús descansando con nosotros en el hogar del corazón.


«Si alguno abre la puerta, entraré en él y cenaré con él…» (Apo. 3:20).


Echemos todo a los pies de Jesús; esto trae refrigerio a nuestra alma.

 

IV. Un lugar de esperanza. «Muchos que habían venido se sentaron juntamente con Jesús» (Mt. 9:10).


El lugar de esperanza para pecadores es a los pies de Jesús. No hay otro sitio. No hay otro Nombre.


En Jesús hay lugar y bienvenida para todos aquí. En Jesús hay misericordia. Sólo en Jesús hay salvación. Siéntate con Él en esta vida, y te sentarás con Él en la gloria de su resurrección.

 

V. La manifestación del orgullo. «Los fariseos dijeron: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?» (Mt. 9:11).


La pregunta es: ¿Por qué no se lo preguntaron al Maestro mismo?


Los que son justos en su propia opinión nunca van a desear defender su propia causa delante de Dios.


El orgullo ciega los ojos para no ver las grandes profundidades de la gracia divina.


Jesús vino a buscar y a salvar a los perdidos. ¿Eres un buscador o un criticón?

 

VI. La condición de la necesidad. «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos» (Mr. 2:17).


Los fariseos, como millares de personas de hoy todavía, no se sentían enfermos de pecado, sino que estaban satisfechos de sí mismos.


Los tales no tienen lugar para Jesús. Como los laodicenses, «de ninguna cosa tienen necesidad»; o, si es que quieren a Cristo, lo querrían como un maestro, pero no como un SALVADOR.


La obra de Cristo es un gran remedio que solo puede tener efecto donde hay enfermedad.

 

VII. El propósito de Cristo. «Misericordia quiero, y no sacrificio» (Mt. 9:13).


Jesús tiene misericordia de pecadores enfermos. No quiere el sacrificio de los supuestos «justos» que se bastan a sí mismos.


Jesús toma el lugar del culpable, y en ese instante el pecador tomará parte en Su misericordia.


Todos los que pretenden salvarse por sus propias obras, «id y aprended lo que significa esto».

 

LLAMADO:


Si quieres recibir a Jesús como tu Salvador y Señor, haz esta oración:


Padre Celestial:


Hoy me arrepiento de mis pecados. Perdóname. Hoy recibo en mi corazón a Jesús como mi Salvador y Señor de mi vida. Gracias por regalarme la vida eterna. Amén.

 


martes, 9 de febrero de 2021

LA SEGURIDAD DE LA SALVACION



 

LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN


(Juan 1: 12-13) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

 

La Biblia enseña que Dios ha hecho el plan de redención tan claro que cualquiera puede ser salvo. Sin embargo, saber acerca de Cristo, la cruz y el camino de la salvación es una cosa, y apropiárselo para uno mismo es otra muy distinta.

Hay miles de personas en el mundo de los negocios, miles de obreros calificados y miles de estudiantes en nuestras universidades que tienen una comprensión intelectual de la fe cristiana, pero nunca han dejado a Cristo entrar en sus vidas.

Usted tiene una necesidad

Me gustaría hablar muy sencillamente acerca de cómo encontrar a Jesucristo y tener la seguridad de la salvación.

PRIMERO: Reconozca su necesidad. Nunca se encontrará cara a cara con Cristo a menos que sepa que lo necesita. Si se siente autosuficiente, capaz de enfrentar la vida con su propio poder, entonces probablemente nunca lo encuentre. Una lectura de los Evangelios revelará que Jesús no obligaba a las personas que se sentían autosuficientes, justas y confiadas en si mismas a aceptarlo.

Pero no tuvo reparos en abrir los ojos del ciego Bartimeo que clamó: “Jesús, ten compasión de mí”… No dudó en dar el agua de vida a la mujer samaritana que dijo: “Dame de esa agua para que no vuelva a tener sed”... Se puso de inmediato al lado del Pedro que se hundía en el agua, cuando este le dijo: “¡Señor, sálvame!”.

No tenemos ningún caso en el que Cristo se rehusara a ayudar a alguien que vio en Él la respuesta a su necesidad más profunda. Por otra parte, no tenemos registros de que haya obligado a ninguna persona que rechazaba su presencia y su poder a recibirlo. Su promesa es: “Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón” (Jeremías 29:13).

Ahora, Tenemos su promesa

Reconozca su propia pecaminosidad y necesidad espiritual, y luego podrá haber una respuesta de Cristo. Él no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores, al arrepentimiento.

Antes de poder ser salvo, usted debe darse cuenta de que está perdido.

Antes de poder ser perdonado, usted debe darse cuenta de que ha pecado.

Antes de poder convertirse, usted debe estar convencido de que está en el camino equivocado.

Muchas promesas divinas dependen de una condición humana: “Mas a todos los que le recibieron […], les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). “Si vivimos en la luz, […] la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. […]. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:7, 9).

Tenemos la promesa, si cumplimos con las condiciones de Dios. Debemos recibir a Cristo antes que podamos ser hijos de Dios, y debemos confesar nuestros pecados antes de poder ser perdonados.

La Biblia enseña que “todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Usted tal vez nunca ha sentido que es un pecador o una pecadora, porque nunca ha cometido un acto abiertamente inmoral.

En tal caso, reciba por fe la enseñanza de la Palabra de Dios de que no ha cumplido con los requisitos de Dios. Estoy seguro de que usted no se considera perfecto. Acepte por fe el hecho de que usted es un pecador.

Isaías, el gran profeta, al ver la pureza y la santidad de Dios, clamó: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos” (Isaías 6:5).

Job, al considerar la santidad y la majestad de Dios, dijo: “Me aborrezco” (Job 42:6, RVR60).

Pedro, el gran apóstol, que estaba dispuesto a ser crucificado cabeza abajo por su Salvador, confesó: “Soy un pecador” (Lucas 5:8).

Entonces, Vamos al médico de médicos

Todos somos pecadores a los ojos de Dios. Debemos reconocer nuestros pecados y estar dispuestos a confesarlos. Cuando tenemos una necesidad física, vamos al médico.

Cuando reconocemos que tenemos una enfermedad moral y espiritual, debemos ir al Gran Médico, nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Él es el único en el cielo y la tierra que está calificado para tratar con los complejos problemas del corazón humano.

Si las Naciones Unidas se diera cuenta de que el problema básico del mundo es espiritual y moral, sería el primer paso hacia la paz mundial. Sin embargo, está cometiendo el error que han cometido todos los grandes cuerpos deliberativos. Trata con los síntomas más que las causas. ¡La causa de nuestro problema es el pecado!

Este es el mismo error que usted puede estar cometiendo en su propia vida.

Pero El problema básico se encuentra en su propia alma. Usted ha ofendido a Dios con su pecado, y ha encontrado que no tiene fuerzas para vivir la clase de vida que usted sabe que debería vivir.

En el momento que usted reconozca esta necesidad y esté dispuesto a acudir a Cristo por fe, habrá dado el primer paso hacia la salvación y la redención.

SEGUNDO: Esté abierto a entender la cruz. Esto suena como casi imposible, porque aun los mayores teólogos nunca entendieron los misterios de la cruz de Cristo. Esta es una dificultad que parece casi insuperable desde el punto de vista humano. Aun la Biblia dice que el hombre natural no puede comprender las cosas de Dios, así que ¿cómo puede alguien entender la cruz antes de encontrar la seguridad cristiana?

Cuando vemos a Cristo muriendo y derramando su sangre por nuestros pecados, quedamos absortos, asombrados y fascinados. Sentimos una extraña atracción. No podemos siquiera entender nuestros propios sentimientos. No podemos entender un amor tan grande como el suyo.

 Ahora, ¿Cómo podemos entender?

Muchos intelectuales han creado teorías con relación a por qué murió Cristo y cuál fue el significado eterno de su muerte. Ninguna parece encajar; son inadecuadas. Ninguna nos satisface. Solo cuando entendemos que Cristo estaba muriendo en el lugar de los pecadores, por el pecado, encontramos los elementos de la satisfacción. Pero, ¿cómo podemos entenderlo?

 He aquí el milagro. Así como Pedro dijo por una revelación divina: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16), de la misma forma, mediante un milagro, el significado de la cruz le será dado a usted por el Espíritu Santo.

 Recuerdo a un joven periodista que oyó el evangelio noche tras noche, pero no pareció hacer ningún impacto sobre él. Sin embargo, un día, cuando uno de sus colegas le preguntó: “¿Qué están predicando allá?”, trató de explicar el evangelio y, al hacerlo, dijo: “Es así… Cristo murió por mí…  Cristo murió por mis pecados… y resucitó…”

 Y cuando lo dijo, ¡de pronto se dio cuenta de que era verdad! De pronto recibió milagrosamente el pleno significado de esas palabras y en ese momento recibió la seguridad de la salvación.

 Cuán vívida, cuán viva se vuelve la cruz cuando Pablo habla de ella: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí” (Gálatas 2:20). Cuando usted vea a Jesús exaltado y levantado, cuando pueda ver al Hijo de Dios, azotado, desfigurado, magullado y muriendo por usted, y pueda decir: “quien me amó y dio su vida por mí”, habrá dado el segundo paso hacia la seguridad cristiana.

 TERCERO: Considere el costo. Jesús siempre desalentó el entusiasmo superficial. Instó a las personas a considerar detenidamente el costo de ser un discípulo.

Frecuentemente, cuando grandes multitudes lo seguían, se dirigía a la gente y les decía: “¿Han considerado el costo? ¿Se dan cuenta de que si alguien quiere seguirme tendrá que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme?”.

 También dijo: “Supongamos que alguno de ustedes quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para terminarla? […] De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:28, 33).

 Entonces, ¿Qué es más difícil?

Muchos se acercan a Cristo sin considerar el costo primero. El costo incluye arrepentimiento, dejar el pecado y un reconocimiento continuo y diario de Cristo en su vida. Estos son los requisitos mínimos del discipulado. La vida cristiana no es para los débiles, los blandos o los cobardes.

 El director de un campamento cuyo propósito es llevar a jóvenes pandilleros a Cristo dice: “Ser cristiano es la cosa más difícil del mundo. ¿Qué es más difícil que amar a tu enemigo?”.

 Sí, la vida cristiana es dura y ruda, pero es desafiante. Vale todo lo que cuesta ser un seguidor de Jesucristo. Pronto encontrará que la cruz no es mayor que su gracia. Cuando tome la cruz de la impopularidad, dondequiera que usted se encuentre, verá que la gracia de Dios está ahí, más que suficiente para suplir cada una de sus necesidades.

 CUARTO: Dé un paso decisivo. Un día, un estudiante de una fe no cristiana vino a mí y dijo que estaba convencido de que Jesús era el Hijo de Dios, pero no podía confesarlo públicamente. Dijo que en su país, el costo sería demasiado grande socialmente.

 Tuve que decirle que la Biblia afirma: “A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo. Pero a cualquiera que me desconozca delante de los demás, yo también lo desconoceré delante de mi Padre que está en el cielo” (Mateo 10:32-33).

 Lo que hizo fue irse triste, como el joven rico de la Biblia. Había considerado el costo y no pudo pagar el precio del reconocimiento abierto de Jesús como su Salvador.

 Pedimos a las personas que hagan una confesión pública de Cristo en nuestras reuniones, porque Cristo exigía un compromiso definido. No existe tal cosa como un discípulo secreto. Cristo tenía razones para exigir que la gente lo siguiera abiertamente. Él sabía que un voto sin testigos no es un verdadero voto.

 Dé el paso decisivo

Usted debe saber que hay tres “personitas” que viven en el fondo de nosotros. Una de esas personitas es el intelecto, otra es la emoción y la tercera es la voluntad. Usted podrá aceptar intelectualmente a Cristo. Emocionalmente, puede sentir que puede amarlo. Sin embargo, hasta tanto se haya entregado a Cristo mediante un acto decisivo de su voluntad, usted no es cristiano.

 ¿Ha dado usted este paso decisivo? La Biblia dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1: 12).

 QUINTO: Permita que Dios cambie su vida. Cuando acude a Cristo, usted es un bebé espiritual. Al leer el Nuevo Testamento, verá cómo los primeros discípulos, durante los primeros días de seguir a Cristo, tropezaron y frecuentemente fracasaron. Discutían, eran envidiosos, peleoneros, infieles… y a cada rato se enojaban.

 No obstante, a medida que se iban vaciando de sí mismos y se llenaban de Cristo, fueron desarrollándose hacia la plena estatura de un cristiano.

 La conversión es solo el principio. Una nueva vida comienza en usted en el preciso momento en que recibe a Cristo. El Espíritu Santo ha pasado a residir en usted. Durante el resto de su vida se ocupará de conformarlo a la imagen de su Hijo, el Señor Jesucristo.

 Sin embargo, usted será un objetivo de Satanás, el enemigo de Cristo. Cuando usted andaba en el mundo, él no se preocupaba demasiado en molestarlo. Ya lo tenía para sí; usted era su hijo. Pero ahora, desde que usted recibió a Cristo y es un hijo de Dios, el enemigo espiritual usará todas sus técnicas diabólicas para frustrarlo, obstaculizarlo y derrotarlo.

 Pero habrá Milagros alrededor de usted

Cuando usted viene a Cristo, su comportamiento moral sufrirá un reajuste. Encontrará un nuevo deseo de hacer lo correcto junto con las fuerzas para hacerlo.

 Habrá reminiscencias de la vida antigua, y habrá momentos en los cuales tendrá deseos de volver “como la puerca lavada, a revolcarse en el lodo” (2 Pedro 2:22). Pero recuerde a quién pertenece ahora.

 Usted ha recibido a Cristo y quiere seguirlo y servirlo. Ahora tiene la naturaleza de Cristo en su interior, y “el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

 Si usted es fiel en asistir a la iglesia, en la oración, la lectura bíblica y el testimonio, Dios obrará en usted y a través de usted. Usted podrá decir, como Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Verá que ocurren milagros alrededor de usted al disciplinar su vida según el patrón de un verdadero cristiano.

Ya para terminar, ¿Está listo para encontrarse con Dios?

¿No le gustaría saber que todo pecado ha sido perdonado? ¿No le gustaría saber que usted está listo para encontrarse con Dios, no importa lo que ocurra en esta era nuclear? Aquí, resumiendo, están los cinco pasos:

PRIMERO: Reconozca su necesidad.

SEGUNDO: Esté abierto a entender la cruz.

TERCERO: Considere el costo.

CUARTO: Dé un paso decisivo de compromiso con Jesucristo.

QUINTO: Permita que Dios cambie su vida.

Permita que Cristo entre en su corazón. Invítelo ahora mismo. La Biblia dice: “Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13).

HAGAMOS LA ORACIÓN DE FE JUNTOS, AHORA MISMO.

REPITA CONMIGO.

Padre Celestial:

Te pido perdón por todos mis pecados. Recibo a Jesucristo tu Hijo Amado como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonarme y regalarme la vida eterna. Amén.




EL TIEMPO SE ACABA


 

EL TIEMPO SE ACABA


(1 Tes. 4: 13-15)  Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.

14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

 

(Juan 14: 3) Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

 

ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO


El tiempo se acaba.  Nuestro Señor Jesucristo está por venir otra vez.

Escudriñemos la Palabra de Dios para ver qué dice con respecto a su venida en las nubes, pero también que dice la Palabra del destino humano. Porque solamente en la Palabra encontraremos la respuesta a todas las interrogantes acerca de nuestro futuro eterno.

1. ¿Es posible que sepamos exactamente el día, el mes o el año de la venida de Jesucristo a este mundo?

ESTÁ ESCRITO: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).

Así que el arrebatamiento se puede dar en cualquier momento, en el instante menos pensado. Porque nadie lo sabe, sólo Dios, entonces puede ser cuando menos lo esperamos. Por eso tenemos que estar preparados, amados hermanos.

2. ¿Cuáles son las señales que el Señor Jesús dice que anunciarían su venida?

“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos”

(Marcos 13:8).


3. ¿Qué otras señales serán vistas?

Y en la tierra angustia de las gentes… desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:25, 26).

4. ¿Cómo nos anuncia la venida de Jesús las condiciones sociales del mundo?

“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno”

(2 Timoteo 3:1-3).

5. ¿Cuál será la condición espiritual de muchos cristianos en los últimos días?

Porque habrá hombres amadores de sí mismos. . . que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella”

(2 Timoteo 3: 2, 5).

6. El aumento de los conocimientos científicos y las grandes migraciones de estos tiempos también son un anuncio de la venida del Señor.

 Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12:4).

7. Antes de que Jesús venga, hay un mensaje tendrá que ser dado a conocer a todo el mundo, y que ya se está haciendo incluso por Internet.

 “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”

(Mateo 24:14).

8. Al ver cumplirse todas estas señales, ¿qué debemos saber y hacer?

“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”

(Lucas 21:27, 28).

“Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”

(Lucas 21:36).

Mirando hacia la hora final, el apóstol Pedro ofreció un sano consejo a todos los que vivieran en estos días extraordinarios:

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!  Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz”

(2 Pedro 3:10-14).

¿Cómo podemos seguir estas recomendaciones escritas para todos nosotros en la Biblia?

Tenemos que poner nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, que vino a morir y a derramar su preciosa Sangre por todos los pecadores que crean en Él.

Hermano, amigo, el tiempo se acaba. Y los hechos de la historia dan cuenta de ello:

Hace algunos años, el joven Sean Sellers, de 16 años y un compañero de su edad, asesinaron a un empleado de un comercio.

El joven Sean describió su asesinato con estas palabras: “No tomamos dinero. No tomamos mercancía. Simplemente quitamos la vida de un hombre inocente, para Satanás”.

El asesino de 16 años no era siquiera un sospechoso del caso. Lo fue seis meses más tarde, cuando esta vez mató a sus padres.

El joven practicó con anticipación un rito oculto, explicando, “No había nada más que un odio frío en mí”.

Sean Sellers fue el hombre más joven en la fila de condenados a muerte en Oklahoma, donde fue ejecutado por inyección letal.

Ustedes hermanos que leen las noticias por internet y lo que ocurre en el mundo, se han dado cuenta que todo está lleno de violencia, odio, maldad, sangre, corrupción, tragedias, homicidios, engaños, crueldad en grado sumo.

El mundo actual es un mundo salvaje y sin leyes, que en los últimos tiempos no conoce límites.

Hace dos mil años, el Señor Jesús habló en la colina de un monte y predijo que vendría un tiempo como éste.

Los discípulos le preguntaron en forma privada: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

(Mateo 24:3).

Entonces el Señor pronosticó la destrucción de Jerusalén y delineó con claridad las señales que precederán a su venida.

Los eventos que condujeron a la destrucción de Jerusalén también estarían presentes en el tiempo del fin, pero los últimos serían tiempos de maldad en una escala mucho mayor, esto es, en los días cercanos al regreso de Jesús.

Es maravilloso cuando comparamos las predicciones de Jesús en Mateo 24 con las predicciones del libro de Apocalipsis. Esta comparación nos provee un cuadro preciso sobre nuestros días.

Y es acerca de nuestro tiempo que habló Jesús. Por dos mil años, las palabras que Jesús habló en el Sermón del Monte en Jerusalén han sido preservadas en los Evangelios para que pudiésemos ver cómo los eventos de nuestro tiempo señalan el tiempo del fin.

Señales claras y específicas precederían el evento culminante de los siglos, el arrebatamiento de la iglesia.

¿Cuáles son las señales de las cuales Cristo habló?

Jesús predijo en (Mateo 24:5) que “Vendrán muchos en mi nombre, diciendo: yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”.

Y en estos tiempos, miles de personas se vuelven hacia las sectas, hacia falsos cristos y falsos profetas, quienes reclutan a muchos para que los sigan a ellos, menos a Jesús.

Pero el Señor Jesús lo advirtió en (Mateo 24:24): “Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios”.

Jesús estaba diciendo que el enemigo desataría su “poder engañoso” para tomar cautivas las mentes de hombres y mujeres. Hermanos, no tenemos idea de cómo las religiones falsas han aumentado de una manera fenomenal en estos últimos tiempos.

Estas son las sectas que reclutan a aquellos que andan buscando cosas nuevas, que van en busca de nuevas emociones. La secta “Puertas del Cielo” produjo un video de despedida, y después muchos se quitaron la vida.

Jim Jones, del “Templo del Pueblo”, condujo a casi mil seguidores a la muerte en las selvas de Guyana, cuando les hizo beber agua con cianuro.

David Koresh condujo a sus seguidores a una feroz muerte en Waco, Texas.

Y ni hablar de la “Secta Suiza”, cuyos miembros se incineraron a sí mismos hasta morir.

O la “Secta Japonesa” planificando ataques con gases nerviosos en los trenes subterráneos de Japón.

Hay sectas que creen en la existencia de OVNIs, como la Dianética, hay sectas satánicas, sectas de la Nueva Era, sectas orientales, los terroristas del Corán, etc.

Y las Sagradas Escrituras predicen a todos esos falsos cristos. Son falsos movimientos religiosos que se vienen levantando justo antes de la Venida de Cristo.

Hoy, miles de periódicos en todo el mundo y por internet tienen una columna sobre astrología, sobre falsos horóscopos. Estas cosas parecen inofensivas, pero son parte también del engaño del enemigo. Hoy la gente marca un número de teléfono, o una clave, y una secta de psíquicos les dicen a la gente “su futuro”.

Muchos hacen click en los sitios de Internet para ser guiados por la numerología prohibida, por cartas del tarot y por falsas interpretaciones de sueños. Porque el diablo está quitando cualquier señal de Peligro en estos últimos días.

Pero Dios nunca es tomado por sorpresa.

Jesús nos advierte en su Palabra Sagrada, en (Mateo 24:6, 7):Y oiréis de guerras y rumores de guerras… Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino”.

Amigos, Hermanos, ustedes saben que el Siglo 20 fue escenario de la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea, la Guerra de Vietnam, la Guerra Árabe-Israelí, la Guerra en Bosnia-Herzegovina, la Guerra del Golfo, Kosovo, Irlanda del norte y del sur, guerras por toda África, desde Ruanda y Somalia hasta el Sudán y el Congo.

Se estima que miles de millones de personas fueron muertas en el último siglo, una cantidad extraordinariamente mayor que la de cualquier otro siglo de la historia del mundo.

Tratados de paz basados en frágiles promesas humanas se firman hoy y se invalidan mañana.

Hablando acerca de nuestro tiempo, el apóstol Pablo declaró en (1 Tesalonicenses 5:3): “Cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, y no escaparán”.

En (Mateo 24:7) Jesús dice: “Habrá pestes y hambres y terremotos en diferentes lugares”.

¿Y qué vemos hoy el mundo? Vemos hambre, y vemos enfermedades incurables por todo el mundo.

El hambre crónica es parte de la vida diaria de cientos de miles de personas, y 4 millones de gentes mueren por inanición cada año.

Vemos pestilencias y enfermedades extrañas en aumento alarmante.

Nos hemos extrañado de la aparición repentina de un virus como el COVID, que según la ciencia de hoy durará años. Pero eso está previsto en la Palabra. (Mateo 24:7) dice:… y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.

Algunas enfermedades ya resisten los antibióticos. Y aparecen también nuevas enfermedades para las cuales la ciencia actual no encuentra cura: Cáncer, SIDA, ébola, y todos esos virus inesperados de procedencia inaudita, son una realidad de estos últimos tiempos.

¿Vemos terremotos hoy? Demasiados, y la mayoría son alarmantes porque su fuerza destructiva va en aumento. Lo mismo la de los volcanes.

Las estaciones sismológicas registran de 12 mil a 14 mil terremotos por año, unos 35 por día. Y muchos de esos terremotos son de magnitudes catastróficas en varios puntos del mundo. 

Jesús dice claramente en (Mateo 24:37, 38): “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca”.

¿Sabes algo hermano? En los días de Noé, las normas de Dios no eran aceptadas, eran rechazadas por la mayoría. ¿Y cómo es la fibra moral de la sociedad de hoy? Es igual. La mayoría no quiere saber de Dios. La gente quiere vivir como quiere sin respetar las normas divinas.

¿A qué estamos esperando?

Cuando oímos o leemos las noticias, vemos sólo muerte y desolación, mucho derramamiento de sangre. Pero cuando leemos la Palabra de Dios, nuestra desesperación se convierte en esperanza. ¡Jesús viene pronto! ¡Cristo viene pronto! Y hay que proclamarlo.

La Sagrada Biblia da testimonio de ello. La Palabra dice que Habría aflicción y perplejidad en las naciones. (Lucas 21:25).

La Palabra dice que Los corazones de los hombres estarían desfalleciendo por el temor de las cosas que vendrían. (Lucas 21:26).

Dice que: las Conversaciones de paz, basadas en promesas humanas frágiles, no valdrían mucho. (1 Tesalonicenses 5:2, 3).

Dice la Palabra que Habría crimen, violencia e iniquidad. (Mateo 24:12)

Dice que Habría tiempos peligrosos y una decadencia moral de toda clase. (2 Timoteo 3:1-4).

Dice la Palabra que Los días sería violentos, habría maldad y miseria espiritual humana e idolatría, como en los días de Noé. (Mateo 24:37-39).

También dice que Muchos estarían absorbidos por los placeres de esta vida. (Lucas 21:34).

Y predice que El evangelio de Jesucristo sería predicado a todo el mundo, y entonces vendrá el fin. (Mateo 24:14).

Yo sé que somos conscientes de todas estas señales que predice la Biblia, y por eso sabemos que el tiempo se acaba. ¿Qué vamos a hacer?

Dios promete la salvación a todos aquellos que crean de corazón en Jesucristo y le reciban como su Salvador, y le sigan.

(Marcos 16: 15-16) Y Jesús les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Amigos, el mundo está en decadencia y las cosas están a punto de acabar. Es tiempo de cerrar filas con el Señor, es tiempo de acercarnos más a la Palabra, es tiempo de estar en oración y ruego, es tiempo de hablarle, como sea posible, a la gente de Jesús.

Es tiempo de arrepentimiento, es tiempo de dejar las cosas que no le agradan a Dios, es tiempo de sembrar para Dios… porque todo lo demás, el dinero, las posesiones, aquí se quedarán cuando volemos… pero si hacemos tesoros en el cielo, ningún hollín ni ninguna polilla podrán corromper, ni ningún ladrón podrá minar ni hurtar.

Todo lo que sembremos para el cielo, será prosperado. No quitemos los ojos del Señor, caminemos en este mundo mientras podamos, pero con los ojos puestos en Jesús.

Vamos a cerrar con este versículo de la Biblia. Vamos a decir como dijo un día Josué a las tribus de Israel, en (Josué 24:15): Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

Vamos a dar gracias a Dios porque nos ha guardado hasta hoy, y para que nos ayude como familia a estar atentos a Su Palabra y a Su Venida.

Y si tú no has recibido a Jesús como tu salvador, te invito a que hagas esta oración de fe:

Padre Celestial:

Me arrepiento hoy de todos mis pecados. Recibo a Jesús como mi Salvador y Señor. Perdona todos mis pecados y límpiame con la Preciosa Sangre del Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Amén.

 

También queremos orar por sus necesidades. Toda necesidad, la que sea, Dios la puede suplir. Y Dios puede sanar toda enfermedad si creemos en su Poder Sanador, amigos y hermanos.

Si alguien necesita oración, pueden escribirnos al correo aguilera.federico@gmail.com y estaremos orando por todos ustedes que lo pidan y por cada necesidad en particular.

Cierren sus ojos y vamos a pedirle al Señor por todo esto. En el bendito Nombre de Jesús.

Amén.

 


No estás solo

  Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron». – 1 Reyes 19:18. Remanente ...