martes, 9 de febrero de 2021

LA GRAN CENA


 

Lucas 14:15-24  Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. 16 Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. 17 Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. 18 Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. 19 Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. 20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. 21 Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.  22 Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. 23 Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. 24 Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.


ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO.


Amados Hermanos y amigos que nos leen: 


El tiempo de la cena es la presente dispensación de Gracia. 


Estamos justo en la celebración de la Gracia de Dios, estamos justo en la celebración de esa Gran Cena, y Dios nos está invitando a todos sin excepción.


No importa la condición de la persona, si ha pecado mucho o poco, si ha hecho muchas cosas malas o pocas, si ha blasfemado, si ha despreciado antes a Dios, si ha mentido, si ha adulterado, si ha matado, si ha violado… no importa… 


Dios lo está invitando a la Gran Cena porque es la última oportunidad antes de que se cumplan los hechos de las Escrituras… Dios los está invitando antes de que sea demasiado tarde para cualquiera.


Esta Gran Cena se refiere a las bendiciones y privilegios concedidos para los hombres que creen genuinamente en el sacrificio de Jesucristo, el Hijo de Dios.


Y cuando Jesús habla esta parábola, se refiera en primer lugar a los muchos que fueron invitados (v. 16), que son los judíos… los judíos fueron los primeros escogidos y por eso recibieron la primera invitación… porque ellos habían sido avisados con mucha anticipación… pero ellos no creyeron en Jesús y hasta le mataron.


Y por otro lado, la parábola habla de las excusas, que son las  objeciones insensatas de ellos contra Jesús y Su Palabra.


Los pobres y mancos de la parábola son los publicanos, las rameras y pecadores entre los judíos y gentiles que sí aceptaron la invitación de Jesús y creyeron en Él.


Y todos los que fueron forzados a entrar desde los caminos y vallados, son todos los que estaban lejanos y que carecían de esperanza y de Dios, y esos somos nosotros los gentiles no judíos.


Y finalmente, los que nunca gustarán de esta cena son las generaciones de la nación judía incrédula, que han sido «cortados» de la Gracia de Dios por su incredulidad.


Hay una muestra de esto en la Biblia y vamos a leerla.


(Hch. 13:46) Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. 47 Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra. 48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.


Esta es la gran enseñanza para nosotros de la parábola de la Gran Cena de Jesús… y vamos a considerar algunos puntos prácticos para entenderla mejor:


PRIMERO: HAY UNA TRIPLE RAZÓN PARA ACUDIR A LA GRAN CENA.


1. «VENID, QUE YA TODO ESTÁ PREPARADO.» «Todo está preparado», dice Dios.


Cada bendición espiritual para NUESTRO tiempo, y la oportunidad para recibirla, está ya preparada en Cristo Jesús.


A veces hemos visto el anuncio acerca de algún nuevo libro en imprenta, o que ya está preparado… o por ejemplo, una casa nueva en la que se terminan de construir los detalles, ya tiene agua, ya hay luz… y decimos: la casa ya está preparada para ser habitada.


Y hermanos, aquí tenemos en esta parábola el Anuncio de Dios, de que todo lo que tiene que ver con la Salvación del pecador está YA PREPARADO.


¿Necesitas un sustituto? Todo está preparado. Mira al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, MIRA A NUESTRO SALVADOR JESUCRISTO, Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa.


¿Necesitas perdón? Todo está preparado. Porque está ya dispuesto tu perdón en Jesús (Hch. 13:38).


¿Necesitas paz? Todo está preparado. Pues la paz ya está hecha por Cristo, que te limpia de todo pecado.


¿Necesitas poder para servirle al Señor? Todo está preparado. Pues Dios ofrece Poder en el Espíritu Santo a todo el que cree en Jesús. (Hch. 1:8).


2. «VENID, QUE YA TODO ESTÁ PREPARADO», Y ESTO ES PORQUE SE INVITA A TODAS LAS CLASES DE PERSONAS.


Porque Dios no hace acepción de personas. El Señor Jesús habla en la parábola de cuatro clases de personas.


Y lo cierto es que estas cuatro clases de las que habla el Señor Jesús, nos incluyen a todos:


Dice la Parábola que Dios dice: “Primero, los pobres”: Porque Dios invita a los pobres. A Todos los que no tienen nada, a los que no tienen riquezas, a los que se alimentan de pedazos de pan, de las sobras, de lo que se puede…Dios invita a todos los que no tienen esperanza… a esos pobres que nunca han sabido lo que es un banquete que los pueda colmar de buena comida... ni tienen buena ropa, ni viajan, ni tienen carro, ni tienen casa…


Vemos que Dios los invita a Todos… Dios invita también a todos los pobres de otra clase, a todos los pobres que van de puerta en puerta por los centros de placer del mundo, rogando por algo que pueda satisfacerlos, y no consiguen nada.


Segundo, Dios invita a los mancos, Dios invita a los que se han visto privados de algunos de sus miembros, y que han quedado lastimosamente mutilados.


Moralmente, esta clase representa a aquellos cuya conciencia ha quedado cauterizada, y aquellos cuya capacidad de voluntad ha quedado anulada. ¡Qué personas más impotentes! ¡Sí, venid, porque todo está preparado!, dice Jesús.


Se invita a los que no tienen manos porque no las quieren usar para servir a Dios, se invita a todos aquellos que no han querido levantarlas al cielo por años y años… Dios les abre hoy la puerta de Su Gracia con esta invitación.


En tercer lugar, Dios invita también a los cojos: a los que tienen todos sus miembros, pero en una condición deforme, cuya manera de andar no es ni recta ni constante.


Estos hacen lo mejor que pueden para dar una apariencia de normalidad ante los demás, pero no les es posible ocultar su deformidad ante Dios.


Dios invita a todos aquellos que han caminado solos sin tener en cuenta a Dios, y por eso les falta el pie principal. Dios está invitando a los cojos espirituales a venir a Jesús para que salven sus almas eternamente.


En cuatro lugar, Dios invita a los ciegos: Invita a la cena a los que pueden andar, pero que están en la negrura de la oscuridad constantemente. Invita a aquellos que tal vez piensan que su vida exterior puede parecer perfecta a los ojos de los hombres, pero que no saben a dónde van, y están ignorantes del peligro en que se encuentran, porque si mueren les espera el castigo eterno… porque apartados del Señor Jesús, nada pueden hacer.


Son todos aquellos a quienes tú puedes explicarles la verdad de Dios, la verdad de que solamente Cristo salva el alma de los hombres, pero la respuesta que dan es: «Yo no lo veo así».


3. DIOS LOS ESTÁ INVITANDO A TODOS Y LES DICE: «AUN HAY LUGAR PARA TI.» 


Date cuenta que la casa se está llenando rápidamente, pero aún hay lugar. Aún hay lugar para ti. Porque para Dios no hay límites. Nadie puede saber cuánto lugar queda todavía en el cielo para que quepan millones de personas, y Dios ha preparado un lugar especial para ti.


Ahora bien, tampoco sabemos la hora en que el Señor puede levantarse y cerrar la puerta. Pero Jesús dice hoy en la Parábola de la Gran Cena: Aún hay lugar: Todavía hay lugar… Ven a Jesús y entra en la Gracia de la Salvación, aceptándole en tu corazón como tu Salvador.


Aún hay lugar en el amor del Padre, aún hay lugar en la muerte expiatoria de Cristo el Salvador, aun hay lugar en el ministerio del Espíritu Santo que es para tí, y en el ofrecimiento del Evangelio de Salvación para todo aquél que cree en Jesús.


II. AHORA BIEN, DICE LA BIBLIA QUE HAY UNA TRIPLE EXCUSA PARA NO ACUDIR A LA CENA DE DIOS. Y Para decirlas de forma resumida, esas excusas se dan de esta manera:


PRIMERA EXCUSA. «AÚN TENGO OTRAS COSAS QUE VER EN EL MUNDO.» Porque dice la Biblia en el (v. 18): «He comprado un campo, y necesito ir a verlo».


Pero, ¿Por qué será que los hombres necesitan ir a ver sus campos, por qué será que los hombres necesitan ir a ver sus posesiones terrenales, y no tienen tiempo para considerar la provisión eterna que Dios ha preparado para su seguridad y herencia en el cielo?


Desde luego, hay muchas cosas interesantes en el mundo de lo visible, pero ¿qué puede compararse con la gloria salvadora de la Cruz de Cristo?


SEGUNDA EXCUSA. «TENGO OTRAS COSAS QUE HACER «Voy a probarlos» (v. 19).


La gente está más deseosa de probar los bueyes, que de probar las riquezas inefables de la oferta de nuestro Dios.

Otros parecen pensar que el tiempo para obedecer el llamamiento de Dios será cuando ellos quieran, cuando ya no tengan nada más que hacer en este mundo… Pero eso es el tiempo de su muerte.


Hay otros que persisten en ir probando y probando sus propios intereses mundanos, hasta que finalmente descubren que han sido unos necios al negarse a escuchar la invitación de Dios a la cena… Pero descubren que ya es demasiado tarde.


Y hay algunos otros que mientras están «ocupados en una y en otra cosa», se les desvanece su oportunidad de entrar en la vida eterna de Dios.


TERCERA EXCUSA. «TENGO OTRAS COSAS QUÉ GOZAR.» «Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir» (v. 20).


Todas las nuevas relaciones, tanto las de negocios, como las matrimoniales o del hogar, son importantes y tienen ciertamente una poderosa influencia en nuestras vidas.


No hay nada de malo en que alguien se case, tenga hijos o familia, eso es verdad, ni tampoco hay nada malo en comprar una casa, en constituir una nueva asociación, o en esperar un acontecimiento venidero; pero si los afectos del corazón están centrados de tal manera en estas cosas, de modo que el Evangelio de la gracia de Dios tiene que tomar un segundo lugar, entonces la vida se convierte en una pérdida para el Hijo de Dios.


Porque Dios tiene que estar en el primer lugar de tu vida. ¿Por qué? Porque Él fue quien te regaló la vida, el que te hizo nacer, el que te ha colmado de misericordias cuando has tenido problemas.


Dios quiere ocupar el primer lugar, y él conoce tu corazón y sabe si está en primero o segundo lugar en tu vida. De Dios nadie se burla. Él ha declarado de manera enfática que ninguno de los que traten a la ligera su invitación llena de gracia «gustará su cena».


Los que prefieren hacerse sus propias cenas en el tiempo de su vida, sentirán al final de sus vidas la opresión de aquella pobreza que es eterna.


Nadie ha podido todavía dar una excusa que satisfaga a Dios por no aceptar a su Hijo como Salvador.


Es a ti a quien está invitando Dios, no a tus excusas… Las excusas nunca podrán tomar tu lugar. Si te excusas ante Dios, quien pagará al final serás tú, si no aceptas la invitación del Padre.


Hermanos, amigos. Voy a invitarlos a que hagamos primero una oración de fe para aceptar la invitación de Dios. No se niegue la oportunidad de entrar en la vida eterna.


TE INVITO A QUE HAGAMOS LA ORACION DE FE... SOLO REPITE CONMIGO:

Padre Celestial:

Te pido perdón por mis pecados. Por favor acéptame como tu hijo. Yo acepto hoy en mi corazón a Jesús como mi Salvador y Señor de mi vida. Hazme la persona que quieres que sea. Te doy gracias por salvarme y regalarme la Vida Eterna. En el Nombre de Jesús. Amén.


Ahora los voy a invitar a que oremos al Señor para darle gracias por tan Grande Regalo de Salvación, y por su Gran Misericordia.


Vamos a orar amados hermanos. 


En el Nombre de Jesús. Amén.




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