martes, 16 de febrero de 2021

LA FE GENUINA


 

LA FE GENUINA

TEXTO BÍBLICO: (Lucas 7:1-10)

Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. 2 Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. 4 Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. 6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano. 8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.

ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO.

Yo me acuerdo de la sabana, cuando siendo niños íbamos a San Joaquín o al Paraíso, o cuando nos subíamos a los árboles a cortar mangos, zapotes chicos, zapotes domingo, zapotes prietos, pitayas, guayabas y tantas frutas.

Y cuando íbamos allí, todos sudados, me gustaba sentir la brisa fresca que me daba en la cara y me hacía sentir pleno, feliz, lleno de vida, contento, maravillado en el corazón de todo lo que había a nuestro alcance.

Y hoy recuerdo todos esos momentos al leer este pasaje de la Biblia. Lo recuerdo al ver la forma en que trata este centurión con el Señor Jesucristo… DE LEJOS, CON MEDIADORES… Y NUNCA LO VE… Y sin embargo cree ciegamente en Él. Es un viento fresco, un refrigerio para el corazón.

Amigos, hermanos, esta Palabra es algo así como una refrescante brisa de la sabana, o de los montes, que nos da en la cara y nos refresca el corazón.

Porque todas las cosas son posibles para el que cree… y en este soldado romano vemos a un hombre totalmente práctico en la guerra ética, y en la guerra espiritual. No era judío ni seguía a Jesús, ni conocía doctrina… no andaba entre las multitudes que seguían al Señor… pero este hombre tenía una fe inquebrantable. Él creía que Jesús tenía la Autoridad del Cielo.

Y hermanos, esto es algo que Dios pone ante nuestros ojos de cristianos de tal manera que no seamos incrédulos ante nada, sino para que seamos creyentes de que Dios hace milagros… que creamos que cosas que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Dice la Palabra que el criado de este soldado o centurión estaba enfermo de muerte. Pero el soldado, aunque le tenía mucho aprecio, en vez de lamentarse, decide enviar en el acto a buscar al médico de médicos (v. 3).

Y ya desde allí hay algo que rompe el espacio y el tiempo… hay algo que apunta a lo sobrenatural. PORQUE TODA FE EFECTIVA TIENE QUE SER SOBRENATURAL. No existe la fe natural, porque Dios no opera en las cosas que podemos ver, sino en las que no vemos, en las cosas que aún no son… tenemos que grabarnos eso.

¿Qué nos quiere enseñar el Señor a nosotros con esta Palabra?... La honradez de la fe del centurión y la sencillez que muestra en su corazón.

Porque él muestra su fe de una manera que hace que el mismo Señor se maraville de su sencillez y honradez (vv. 8, 9). «Dilo de palabra, y mi siervo será sano. Pues yo también soy un hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y le digo a éste: ¡Ve!, y va; y a otro: ¡Ven, y viene

¡Cuán hermosamente sencilla y poderosa es su Fe! Como buen soldado, cree que el gran Capitán sólo tiene que dar la orden de sanidad para que ésta se ejecute y ya!.

Esta fe inquebrantable de un militar no judío, no podía pasar de largo sin que Jesús hiciera una especial mención de ella:

El Señor dijo: «De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado una fe tan grande».

Vamos a ver algunos aspectos importantes de esta Palabra para que los pongamos por obra, en el Nombre de Jesús:

PRIMERO, está la necesidad del siervo. Estaba en una condición de TOTAL IMPOTENCIA. «Estaba enfermo» (v. 2). No podía ayudarse a sí mismo… Estaba tirado en un lecho. No sabemos cuanto tiempo llevaba así, pero seguro que su esperanza se había desvanecido. Y qué triste es esto amados hermanos. Yo pasé una vez por una situación así, y créanme que es algo terrible, donde uno casi ve el infierno.

HABÍA UNA GRAN MISERIA. Porque dice la Biblia que estaba «terriblemente atormentado» (Mt. 8:6). Y yo me reflejo en esta palabra.

Este siervo se encontraba en terribles sufrimientos. Todos los días sufría su enfermedad y no tenía ninguna esperanza. Seguramente su amo el centurión había pagado a médicos, como aquella mujer del flujo de sangre, pero no había sanado.

Este siervo ESTABA EN PELIGRO INMEDIATO. «A punto de morir» (v. 2). Ya estaba en las últimas.

Su enfermedad lo había llevado al borde de la muerte, y toda la sabiduría y el poder del hombre eran cosas vanas e impotentes para librarlo, para devolverle la salud.

Este siervo podía morir en cualquier momento, y esto debía causarle una desesperación mortal.

PERO ENTONCES VIENE LA PETICIÓN DEL SOLDADO A JESÚS, o sea, ES UNA INTERCESIÓN PODEROSA. La Biblia dice que éste soldado intercedió por su siervo moribundo.

¿POR QUÉ LO HIZO? ¡PORQUE CREYÓ EN LA AUTORIDAD DE JESÚS PARA SANAR!

Dice la Palabra en el (v, 3) «cuando el centurión oyó hablar de Jesús»… O sea que ni siquiera lo había visto, ni tampoco lo había oído personalmente… él solamente oyó a otros hablar de Jesús… y esto implica claramente que creyó lo que oyó decir de Jesús… y lo puso en acción, e intercedió por el enfermo.

Hermanos: ninguno de nosotros ha visto a Jesús ni lo ha oído en persona. Pero eso no es necesario. Lo único que Él nos pide es creer en Él, es creer en Su Palabra, como lo hizo este soldado. Tú eres un soldado de Jesucristo, cree en tu Señor y Él hará… ora creyendo, pídele y te dará, toca y se te abrirá… esa es la regla de Oro del Señor.

Dice la Palabra que la fe viene por el oír. Y este soldado oyó y creyó. No necesitó ver.

La Palabra de Dios nos habla del Apóstol Juan, cuando corrió con Pedro al sepulcro de Jesús y llegó primero, y vió las vendas del Señor puestas en el mismo lugar, y creyó… o sea, Juan vió las vendas como si estuviera el cuerpo dentro, pero el cuerpo de Jesús ya no estaba… Y la Biblia nos habla de que Tomás creyó cuando Jesús se le apareció, y le habló, y le pidió que metiera los dedos en los hoyos de sus manos y en su costado, y que no fuera incrédulo sino creyente…

Pero este centurión no necesitó nada de eso… éste no era discípulo, ni siquiera era judío… él sólo le mandó pedir a Jesús que sanara a su siervo moribundo… Y Jesús se maravilló de su fe porque NUNCA SE VIERON EN PERSONA.

Toda esa gente, todas esas multitudes que seguían al Señor no creían realmente en Jesús, aunque ellos habían visto milagros y maravillas…. ¿sabes por qué? Porque siempre le seguían pidiendo señales…  Pero éste soldado ni era seguidor de Jesús, y sin embargo Creyó De Lejos.

Ahora, aquí hay algo hermanos que la verdad hace llorar. Y es la humildad que demuestra este soldado ante la SANTIDAD DE JESÚS.

Hoy en día hay tanta falsa humildad entre la gente, que uno a veces se desanima al ver tanta soberbia e indiferencia en las iglesias o engaños entre los que sirven.

Pero Dios nos abre una VENTANA MUY GRANDE para que nos asomemos a ella para ver una GRAN VERDAD acerca de LA FORMA EN QUE HAY QUE PEDIRLE AL SEÑOR.

ESTE SOLDADO FUE UN GRAN CREYENTE Y MANIFESTÓ SU GRAN HUMILDAD DE CORAZÓN.

Dice la Palabra que Jesús ya iba en camino hacia su casa… pero el centurión no le permitió llegar. (vv, 6-7) Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano.

Jesús ya iba para su casa… pero el soldado le mandó decir: Señor Jesús: «No soy digno de que entres en mi casa».

Fíjese que los ancianos judíos habían dicho de él, en el (v. 6) que el centurión era digno… porque él ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga».

Pero este hombre no consideraba que sus buenas obras le hicieran merecedor de una dignidad como la de tener al Hijo de Dios bajo su techo.

¿Saben a qué me recuerda esto?  A aquél publicano de la parábola de (Luc. 18:13), que fue a orar junto con el fariseo, y ni siquiera quería alzar los ojos al cielo porque se consideraba pecador, y sólo alcanzó a decir: Dios, sé propicio a mi, pecador.

Y mientras tanto, el fariseo se ufanaba sin parar de todas sus obras, pero su oración no pasaba del techo. Sin embargo, Dios justificó al pecador, no al fariseo. Esto nos enseña que nada de lo que hagamos nosotros, nos hará dignos de que Cristo more en nosotros. Y así procedió justo este soldado... él lo supo reconocer sin ser un seguidor de Jesús.

Esta humildad de espíritu del soldado viene a ser para Jesús como el candor  de un niño pequeño, es como el viento refrescante de la sabana, o el aire arriba de un monte… es el mismo aliento del cielo, es un refrigerio para el alma de Jesús.

PERO EL SOLDADO NO SÓLO ERA HUMILDE, SINO TAMBIÉN CREYENTE. «Dilo de palabra, y mi siervo será sano» (v. 7).

Podemos decirle al Señor: Señor Jesús, tu Palabra me sanará desde donde estés, sea en Capernaúm, en la montaña, en el cielo, en mi corazón… La fe tiene siempre que ver con la Palabra de Dios, y se satisface con ella, sabiendo que FIEL ES AQUEL QUE HA PROMETIDO.

¡Su Palabra no puede fallar!

¡Cuántos están sirviendo al Señor en dolorosa esclavitud, buscando señales y sentimientos, en lugar de actuar confiados en su Sagrada Palabra!

El Señor ya ha pronunciado muchas palabras que son precisamente adecuadas para nuestro caso, y que son tan válidas para nosotros hoy, igual como lo fueron en la antigüedad.

«Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida», dice Jesús en (Jn. 6:63).

ENTONCES JESÚS RESPONDE CON UN GRAN MILAGRO.

Porque vemos que la respuesta del Salvador Fue RÁPIDA. «Iba Jesús con ellos» (v. 6). La gracia y la verdad que vienen con Jesucristo nunca llegan demasiado tarde.

Toda petición hecha al Señor con fe, hallará una rápida respuesta en el amor de Dios.

«A su tiempo Cristo murió por los impíos»; ¿cómo no va a responder Él a su tiempo al clamor de nuestra fe?

Y FUE ADEMÁS UNA RESPUESTA ALENTADORA PARA TODOS LOS SIGLOS. Jesús dijo: «Ni aun en Israel he hallado una fe tan grande» (v. 9).

Estas palabras que honraron aquella fe del soldado fueron dirigidas al pueblo que le seguía. Pero también quedaron para la posteridad en los evangelios, para todas las generaciones. QUÉ GRANDE ES EL SEÑOR.

Jesús se maravilla del centurión y se complace por su fe tan grande. Porque sin fe es imposible agradar a Dios.

LA RESPUESTA DE JESÚS FUE EFICAZ. «Y fue sanado su criado aquella misma hora» (Mt. 8:13).

Él simplemente envió su palabra, y lo sanó (Sal. 107:20).

Esa frase de Jesús: «Hágase contigo como creíste»…. O… «así se haga contigo», es el Amén de Cristo a toda oración de fe…. Porque Cristo mismo es el AMEN de Dios ante un clamor agonizante y confiado de la humanidad (Ap. 3:14): He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios.

Hermanos: La fe pequeña minimiza a Cristo el Señor, y estrecha el canal de la bendición.

Los corazones que dudan pueden llamarle grande, pero poco se fían de Él.

En (MAR. 11:22) Jesús les dice a sus discípulos: Tened fe en Dios. Tened fe en Dios. Tengan fe en Dios.

Y esa es la Palabra de FE que les traemos hoy a todos ustedes.

Hoy Vamos a hacer una oración por los que están enfermos o en necesidad. Todo el que crea HOY que Dios le puede sanar o librar, o que le puede suplir su necesidad, cualquiera que sea, recibirá lo que pida, porque la Palabra de Dios así lo dice.

Y al final oraremos para dar gracias a Dios por todo lo que él ha hecho y hará en esta tarde. EN EL NOMBRE BENDITO DE JESÚS. AMÉN.



(Palabra predicada por el pastor Federico Aguilera por ZOOM a un grupo familiar de creyentes el lunes 15 de febrero de 2021)


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