TEMA:
LA PALABRA
TEXTO: (PRO. 15:4) La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad
de ella es quebrantamiento de espíritu.
ORACIÓN: TODA LA GLORIA PARA MI SEÑOR JESUCRISTO.
¿Cuántos sabemos que las palabras de una
persona pueden generar bienestar, o pueden producir maldad?
Porque las palabras violentas y amargas de
una persona necia dan aflicción de espíritu.
Pero, ¡qué gratas son para nuestro espíritu
las palabras sabias, las palabras buenas!
La Biblia dice aquí: “la lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es
quebrantamiento de espíritu.
Y hay otro texto en (Pro. 10:21) que dice: los labios del justo apacientan a muchos.
¿Qué ocurre cuando usted le habla a alguien
de Cristo? Le está apacentando con la Palabra de Dios, con la verdad divina.
Hermanos: ¡Qué maravillosa atracción y
poder hay en la palabra de nuestro Señor Jesucristo!
Por eso al señor Jesús le vemos en el
evangelio de Juan como el Verbo Eterno de Dios, o sea, como la palabra divina.
Porque Cristo es la Palabra que da a
conocer los pensamientos de Dios.
¡Y qué sublime atracción tiene su palabra,
que cuando la leemos, algo sucede en nuestro interior!
Verdaderamente sus palabras, como Él dijo,
son Espíritu y son Vida.
(Juan 6:63) El espíritu es el que da
vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida.
¿Sabe lo que dijeron los hijos de Coré,
inspirados por el Espíritu Santo, siglos antes de que Cristo viniera al mundo?
Vaya al (Sal. 45:2) eres el más hermoso de los hijos de
los hombres; la gracia se derramó en tus labios…
Vamos a leer (Luc. 4:22) Y todos daban buen testimonio de él, y
estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían:
¿No es éste el hijo de José?
Por eso las multitudes acudían de todos lados
para oírle, y ellos se olvidaban incluso de comer… ¿Cuál fue su palabra?... ¿Cuál
fue el mensaje del señor Jesucristo?
Hermanos: Su palabra es el evangelio que
hoy tenemos… sus palabras son las buenas nuevas de Dios, las buenas noticias de
salvación.
Por eso aquella mujer pecadora que querían
apedrear recibió palabras de perdón… y la viuda de Naín escuchó palabras de
consuelo… y la mujer samaritana oyó palabras de salvación.
¿Cuántos oyeron esas maravillosas palabras:
“Levántate, tus pecados te son perdonados”… o “tu fe te ha salvado”?
¿Cuántos que estaban enfermos, necesitados
de sanidad, necesitados de perdón y consuelo, oyeron de labios del Señor Jesús, un: “quiero, sé limpio”… y así quedaban sanos
y salvos?
¿A cuántos leprosos sanó y les perdonó sus
pecados el Señor?...
Oh, Cristo es tan bueno y tan
misericordioso… por eso su atención estaba centrada en los pequeños, y a los
niños los ponía como ejemplo de salvación.
(Mat. 18: 3-5) y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como
este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba
en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.
Amados, el señor es tan grande en sus
palabras… él nos enseña que es mejor el que sirve, no el que manda…
Fíjate que en el mundo es al revés… por eso
Dios nos confronta con lo que a veces nosotros consideramos que es, y en
realidad no es.
Cristo en su palabra nos muestra que el más
pequeño es verdaderamente grande… y que a los pequeños no se les debe hacer
tropezar.
Y Él nos enseña que si se alejan, hay que
recuperarlos… y su palabra nos enseña que si algunos nos ofenden, hay que
perdonarlos, y que si se acercan a nosotros, hay que recibirlos.
(Mat. 5: 38-45) Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os
digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y
quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a
llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que
quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a
tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros
enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y
orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro
Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que
hace llover sobre justos e injustos.
Fue la palabra de Jesús la que sacó a luz
la hipocresía de los religiosos, que alababan el formalismo farisaico, pero
habían dejado de lado la justicia y el amor hacia los demás.
(Mat. 9: 13) id, pues, y aprended lo que significa: misericordia quiero, y no
sacrificio. porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al
arrepentimiento.
Porque los sacrificios pueden llegar a ser
un ritual externo, muy bonito y reconocido por la gente, pero puede estar vacío
de toda piedad y misericordia.
Pero la compasión genuina toca lo más profundo
del corazón…
Por eso la Palabra del Señor nos enseña
todas estas grandes verdades… ¡Qué palabras del Verbo de Dios, qué Palabras de Cristo
el Señor!
Es Cristo quien nos enseña que el juicio
debe estar en manos de Dios, porque Dios es el único capaz de hacer un juicio
justo.
Pero también nos enseña que la misericordia
triunfa sobre el juicio.
(Sant. 2: 13) Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere
misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio.
El Señor Jesús dice que no son declarados
justos por Dios los se justifican a sí mismos, sino los que se juzgan con
honestidad delante de Dios.
(Luc. 18:10-14) Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro
publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios,
te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos,
adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos
de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar
los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a
mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el
otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla
será enaltecido.
Y allí en la cruz, estando en su más grande
debilidad, el Señor Jesús tuvo palabras de salvación y de perdón: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen.”
Y hasta el pecador clavado junto a él,
aquél hombre ladrón y malhechor, pudo oír de labios del Señor de Gloria, esa
palabra de gracia y de vida eterna: “De
cierto te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Cierre:
Hoy todavía el Señor Jesús sigue hablando
así… Él es el mismo, Él nunca cambia.
Él sigue siendo el Verbo Eterno de Dios, y
lo será por la eternidad.
Por eso hoy todavía sale de Su Boca la
palabra de perdón para todo aquél que se acerca a Él en busca de socorro… para
aquél que necesita ser traído… para aquél que necesita ser perdonado.
Éstas buenas nuevas de Dios son para
nosotros, pero también para los que están lejanos, porque también las
necesitan.
¿Qué vamos a hacer, hermanos?
Que el Señor Todopoderoso nos ayude a
entender esto, y a poner por obra su misericordia hacia los demás.
Vamos a dar gracias al Señor, en el Nombre Bendito
de Jesús.
Amén.
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