En Hebreos hay tres versículos en que está expreso el
deseo de que las cosas alcancen su consumación.
En realidad, es Dios mismo
quien desea que no nos quedemos a mitad de camino, sino que obtengamos las
cosas que él nos ha dado.
"...la cual casa somos nosotros, si retenemos
firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza" (Heb.
3:6).
La plena restauración y
gloria de la iglesia (que es la casa de Dios) será una realidad ante nuestros
ojos si retenemos hasta el fin la confianza y la esperanza.
Las circunstancias pueden
ser desalentadoras en el presente, pero tenemos la promesa de Dios. Seamos
paciente y no desmayemos hasta que veamos el cumplimiento de esa promesa.
Dios se presentará a sí
mismo una iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga, ni cosa semejante.
En nuestra propia realidad
local, aunque sean muy pobres los comienzos, debemos esperar el fin de las
cosas, porque éstas serán gloriosas. "Porque
somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin
nuestra confianza del principio" (Heb. 3:14).
No sólo somos casa de
Dios, sino también participantes de Cristo, pues Cristo y su iglesia son una
misma realidad. No puede la Cabeza ser diferente en naturaleza y esencia, del
cuerpo.
Este es nuestro
llamamiento, ser participantes de Cristo; pero para que esta realidad alcance
la culminación, y podamos ver plenamente la gloria de Cristo en la iglesia,
debemos retener (otra vez "retener")
firme la confianza del principio. Si retenemos la confianza, esa confianza se
materializará en la justicia de Cristo que el mundo podrá ver.
"Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta
el fin, para plena certeza de la esperanza" (Heb. 6:11).
En el contexto de este
versículo se habla del servicio a Dios realizado en los santos, y agrega "a fin de que no os hagáis perezosos, sino
imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas".
La solicitud o diligencia
hasta el fin es necesaria para que la esperanza sea totalmente segura, a fin de
recibir la herencia prometida.
¿Cuánto falta hasta que
llegue el fin de lo que esperamos?
¿Cuánto falta hasta que la
esperanza ya no sea esperanza sino la realidad misma que esperábamos?
Si esperamos la concreción
de una visión espiritual, o de una realidad espiritual largamente anhelada, por
la cual a veces hemos desesperado, somos bienaventurados.
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos
serán saciados" (Mat. 5:6).
Si hemos sufrido
descalabros y derrotas por nuestra liviandad, si hemos avergonzado al Señor por
nuestra mundanalidad; si hemos esperado la promesa, esto es, la salvación de
Dios, sin duda la recibiremos, si retenemos hasta el fin la confianza del
principio y el gloriarnos en la esperanza.
Y cuando la certeza de la
esperanza sea plena, entonces vendrá el cumplimiento de la promesa. Y entonces
reiremos, y nadie nos podrá quitar nuestro gozo.
Muchas cosas en nuestra
vida han quedado a medio hacer. Y cuando las miramos, podemos comprobar el
fracaso de nuestra voluntad.
Sin embargo, ahora, en
este Camino, tenemos nuestra mirada en el Autor y consumador (perfeccionador)
de nuestra fe.
Y "consumar la fe" significa que llegó
hasta el fin, que ya obtuvo la promesa.
¡Bendiciones para todos!
Aguasvivas.cl
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