"Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo"
(Heb. 1:1-2).
La
Biblia dice que cuando Abraham oyó con fe las palabras de Dios tocante a su
descendencia fue contado como justo (Gén. 15:5-6; Gál. 3:5-6).
Por la palabra de Dios, el oír de Abraham
fue despertado y produjo fe en su corazón. Y por esa fe fue declarado justo.
Ahora bien, ¿cuál es la palabra de Dios que
hemos de creer nosotros, en una época tan diferente de aquella en la que
Abraham vivió?
Nosotros no tenemos una palabra de Dios
tocante a nuestra descendencia, ni tampoco tenemos una palabra de Dios acerca
de un sistema de sacrificios expiatorios, como el del tiempo de Moisés.
La palabra de Dios para nosotros hoy tiene
que ver con el sacrificio de su Hijo Jesucristo.
El versículo del epígrafe nos dice que en estos postreros días Dios nos ha hablado por el Hijo. Es decir, el mensaje de Dios para nosotros, que hemos de oír de la manera como Abraham oyó el mensaje respecto a su descendencia, es Cristo. Y si le creemos a Dios, entonces seremos declarados justos.
El mensaje dado a Abraham requirió de la fe
de Abraham para ser creído y recibido, pues las condiciones del patriarca no
eran las mejores –humanamente hablando– que las nuestras, para creerlo.
Así también el mensaje de Dios, que es
Cristo, requiere de la fe, porque a Él ni lo vemos, ni se nos ha aparecido; no
le hemos escuchado, ni le hemos visto en persona... tan sólo tenemos la promesa
de Dios para creerla o no creerla.
Por eso el mensaje de Dios hoy es muy
peculiar, porque no está compuesto de palabras: es una persona.
Una Persona que habló y que hizo cosas que
hemos de creer, para poder ser declarados justos.
Por eso el Padre nos lo presenta así:
"Este es mi Hijo amado en quien
tengo complacencia" (Mat. 3:17), como diciendo: "Ved esta Persona, quién es y qué hace y qué les dice y qué les promete".
Y más adelante el Padre dice: "Este es mi Hijo amado en quien tengo
complacencia, a él oíd" (Mat. 17:5)… Dios nos está diciendo: "Oíd a esta Persona, oíd a mi hijo Jesús a
quien yo les envío para salvación y perdón de pecados".
Lo que Cristo es, y lo que él hizo y dijo en
la Tierra es, en conjunto, el mensaje de Dios que hemos de creer para ser
declarados justos.
Ahora bien, ¿qué actitud estamos teniendo
hacia Él?
¿Cómo le estamos viendo a Él?, ¿cómo le
estamos oyendo a Él?, ¿quién es Él en realidad para nosotros?
El mensaje de Dios para nosotros hoy es
muchísimo más poderoso que el que recibió Abraham, pues la Escritura dice que
este Hijo (Jesucristo) es el heredero de todo, y por Él es que ha sido hecho el
universo.
El mensaje de Dios para nosotros hoy es
muchísimo más poderoso porque no se trata de un mero mensaje respecto a cosas,
sino se trata de una persona, y no de una persona común, sino de Jesucristo, el
Hijo de Dios.
¡Cristo el Señor es el mensaje de Dios para
nosotros hoy!
Cristo el Señor nos ha dado a conocer al
Padre, Cristo el Señor nos mostró su amor, su noble propósito para con
nosotros.
¡Cristo el Señor se entregó a la muerte por
nosotros en la cruz, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él.
(2 Cor. 5:21) Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que
nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Fue el Padre quien lo envió del cielo para
buscarnos y para salvarnos, si creemos.
Cristo tomó nuestro lugar, como si fuese un
malhechor, en la cruz, para que la ira de Dios no cayese sobre nosotros, sino
sobre Él.
Amados: El mensaje de Dios para nosotros hoy
–es decir, Jesucristo– es un regalo, una herencia, un camino, un cielo; es nada
menos que Dios mismo, y una eternidad con Él.
¡Dios les bendiga!
AguasVivas.cl
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