Casi todo el
material utilizado por Juan en su Evangelio es diferente al de los otros
Evangelios. Eso lo diferencia de los otros tres, llamados sinópticos.
Entresacando de este
novedoso material referente al Señor Jesucristo, hallamos cuatro o cinco encuentros
con personas muy representativas.
Son representativas,
porque sin duda Juan tuvo a la mano mucho material disponible, que no incluyó.
¿Por qué incluyó este
material, y no otro?
Creemos que aquí hubo una
cuidadosa selección, a fin de cumplir su propósito, que era demostrar que Jesús
es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
El primer encuentro es con
Nicodemo, este sabio maestro de los judíos.
Saltándose los saludos
protocolares, Juan muestra al Señor introduciendo un tema absolutamente nuevo
en el Nuevo Testamento: el nuevo nacimiento.
La mayor necesidad de un
hombre como Nicodemo, versado en los escritos sagrados, era nacer de nuevo. Él
era simplemente un estudioso, pero no era un hombre nuevo.
"Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es" (Juan 3:6).
¿Cómo alguien podrá
conocer a Dios, si no nace del Espíritu, la misma naturaleza de Dios?
Nicodemo no podía ignorar
esto, pero lo ignoraba.
La esfera de la carne y la
del espíritu son irreconciliables, y opuestas.
Y nadie puede cambiarse de
esfera, a menos que Dios lo cambie.
Por eso Nicodemo quedó
desconcertado.
Él se movía en la esfera
de las cosas terrenales – a pesar de que era un teólogo, versado en las cosas
celestiales-.
Nicodemo no conocía a Dios
en el espíritu, lo conocía meramente a través de su mente esclarecida, y nada
más.
Ah, el drama de Nicodemo
es el de muchos todavía –incluso dentro del cristianismo-.
Conocen a Dios de oídas,
pero no pueden decir: "Y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad"
(Juan 1:14).
Tampoco pueden decir:
"Lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos..." (1 Cor. 1:3).
Su conocimiento es
meramente intelectual, doctrinal, teológico... es de la tierra… es de la carne.
Apenas comenzando este
Evangelio, el Señor nos deja en claro a través de Nicodemo, que no es posible
conocer a Dios de otra manera si no es naciendo de nuevo, porque sólo el
Espíritu de Dios puede revelarnos a Dios y las cosas que son de Dios.
Unos pocos capítulos más
adelante, el Señor Jesucristo nos reitera: "El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha".
Nada terrenal aprovecha
para conocer a Dios, y para hacer la obra de Dios.
Necesitamos nacer de
nuevo.
Aguasvivas.cl
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