En (Mateo 25:14-30) encontramos la parábola
de los talentos.
Al venir a la tierra, el Señor Jesús nos
trajo el reino de los cielos, y nos introdujo en su reino… y no solo eso, sino
que nos dejó sus bienes, sus riquezas.
Dice la palabra en (Efesios 4:7): “Porque a cada uno de nosotros fue dada la
gracia conforme a la medida del don de Cristo”.
Y más adelante, en el (v, 12): “…a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”.
Cristo es nuestra heredad, nuestras
riquezas; todo está en Cristo y él está en nosotros.
El Señor obra en diferentes formas a través
de nosotros, porque cada creyente tiene una función en el cuerpo de Cristo.
No importa que alguien tenga diez talentos,
y otro uno… El talento es Cristo en nosotros, y cada miembro es indispensable.
Aunque el siervo de la parábola sólo tenía
un talento, el Señor esperaba los intereses de ese talento.
Dice (Mateo 24:45): “¿Quién es pues el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre
su casa para que les dé el alimento a tiempo?”.
Hermanos, cuando lean este versículo no
piensen en el siervo como alguien aparte de ustedes. ¡Ustedes son los siervos
en la casa de Dios!
El Señor nos ha dejado sus bienes, y, como
dice en Efesios: “Porque a cada uno de
nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”.
Así que a todos los creyentes se nos ha
dado el don, que es Cristo en nosotros.
Cuando un creyente sabe lo que hay en el
corazón de Dios, tiene la llave para toda la Biblia. Nuestros ojos espirituales
empiezan a ver que lo único que Dios quiere es tener su expresión, su iglesia,
la cual es imagen de su Hijo.
Así que el Señor nos ha puesto sobre su
casa, pero ¿para que?… Para que seamos siervos fieles que den a los de la casa
el alimento a su tiempo.
El Señor está a la puerta y la noche ya es
avanzada. Cristo quiere que su cuerpo siga creciendo, que nos sigamos nutriendo
de él.
Así que la herencia que el Señor te ha dado
es para el cuerpo… El don que él te ha dado es para los de la casa.
Sólo al dejar que Cristo, como el don en
ti, sea transmitido a Su manera, serás un siervo fiel.
El Señor tiene un solo negocio y este
negocio es la edificación de su casa. Nosotros somos los siervos que tenemos
estos talentos y que estamos encargados de entregarle al Señor los intereses.
El Señor nos ha dado su vida en nuestro
espíritu (talento), pero él quiere que esta vida se esparza a todo nuestro ser
(intereses).
Al siervo malvado no le importaba el
negocio de su Señor.
Al no estar en el negocio de su Señor, él
estaba en su propio negocio, invirtiendo en este mundo.
Así que el talento que el Señor le había
dado no fue de ningún provecho para él ni para los de la casa.
Este siervo no dejó que esta vida se
introdujera a su vivir practico, no quiso tomar su cruz para ganar más de
Cristo.
Esta es la forma en que ganamos intereses.
Al tomar nuestra cruz ganamos más de Cristo
y él se extiende más a nuestro ser.
El Señor nos dejó su vida, pero no
olvidemos que Él viene por lo suyo, más los intereses.
¡Dios te bendiga!
Aguasvivas.cl
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