viernes, 22 de mayo de 2015

El otro misterio






Muchas veces hemos oído y hablado de nuestro Señor Jesucristo como el misterio que Dios tuvo escondido en su corazón por siglos y edades, y nos hemos gozado indeciblemente con la dicha de recibir la revelación de este misterio.

Más aún, hemos sido testigos del agrado del Padre en revelarnos a su Hijo como el Cordero, muriendo en la cruz como el magno sacrificio de Dios contra el pecado del mundo.

Pero ahora tenemos ante nosotros el otro gran misterio, tan precioso como aquél, e inseparablemente unido a él: La Iglesia.

La Iglesia es el misterio que nuestro Señor tuvo escondido también en su corazón desde el principio de los tiempos.

Y la revelación de este misterio no es menos gozosa para el corazón del creyente en Cristo.

La Iglesia no es lo que nos han enseñado comúnmente que es. La Iglesia no es nada humano.

Si bien está compuesta de personas, la Iglesia es mucho más que eso.

Ella no es mensurable, ni tampoco es manipulable.

El camino de la Iglesia está fuera del alcance del hombre, porque ella es sólo de Cristo y para Cristo: Es Novia y será Esposa.

Tampoco la Iglesia del Señor es sinónimo de ‘cristiandad’, ni de ‘instituciones religiosas’.

La Iglesia está hoy en la tierra, pero es invisible a los ojos de la mayoría de los hombres. Porque si Cristo no revela su Iglesia a alguien que Él escoja, nadie la puede conocer.

Tal como el Padre revela a su Hijo, el Hijo tiene que revelar a su Iglesia para que ésta deje de ser un misterio en el corazón de una persona.

Conceda el Señor, en su gracia, el privilegio de recibir esta preciosa revelación, y de vivir en consonancia con ella.

¡Dios les bendiga!




Aguasvivas.cl

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