"Yo
soy la puerta de las ovejas"
(Juan 10:7).
Después de haber curado al ciego de nacimiento, Jesús habla a los judíos sobre el Buen Pastor. Él es el Buen Pastor, el Buen Pastor conoce sus ovejas y ellas lo conocen; y por no creer ellos en él, mostraban que no eran de sus ovejas.
Con esto Jesús mostraba también
su corazón, que incluía a todos sus discípulos, y no sólo a los judíos, como
ovejas que no tenían pastor (Mar. 6:34).
Son muchas las enseñanzas
del Señor en este capítulo 10 de Juan, pero en esta oportunidad quisiéramos
destacar dos de ellas.
La primera es la
restauración de la puerta de las ovejas del antiguo templo de Israel como
figura de la Casa de Dios, de la iglesia del Dios vivo; y en segundo lugar su
aspecto práctico.
La primera puerta a ser restaurada en el templo en Israel, destruido por Nabucodonosor, fue la puerta de las ovejas (Neh. 3:1).
Esto nos muestra
claramente que todo es para Cristo y todo empieza por Cristo.
Pero también hay una
referencia implícita en esta puerta, pues ella es la de las ovejas, y esto se
refiere primeramente a Él como el Cordero de Dios y también a nosotros los
cristianos, como ovejas.
Otra característica de
esta puerta es que la palabra de Dios no menciona que ella tuviese cerrojos y
cerraduras.
En todas las otras puertas
se registra la restauración de los cerrojos y de las cerraduras, pero en la
puerta de las ovejas no.
Jesús testifica sobre esto
cuando dice: "Yo soy la puerta; el
que por mí entrare será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos"
(Jn. 10:9).
La iglesia del Señor no
tiene porteros ni tiene cerraduras.
Entre los fariseos estaban
los que no entraban y los que no dejaban entrar, pero en la iglesia de Cristo
no.
Es una Casa de Oración
para todos las naciones. Ella se abrió y permanece abierta para todos los
hombres; hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación.
El Señor es la puerta por
la cual entramos, salimos, y hallamos pastos.
Es como las puertas de la
nueva Jerusalén que no se cerrarán ni de día ni por la noche (Apoc. 21:25).
El segundo aspecto
práctico, de la persona de Cristo como la puerta de las ovejas que no tiene
cerrojos ni cerraduras, es su inclusividad.
Él es la puerta que da
entrada a hombres y mujeres, esclavos y
libres, bárbaros y escitas, para ser uno en Cristo (Gál. 3:28).
Por Él, por la puerta de
las ovejas, entran toda clase de hombres: los de renombre y los considerados
como escoria, ricos y pobres, sanos y enfermos, religiosos e incrédulos que al
final creyeron.
Todos entran, salen y
hallan pastos. Todos encuentran lugar.
Vemos un ejemplo claro de
eso entre los doce apóstoles que escogió. Uno de ellos, Mateo, era de la peor
clase de publicanos (Luc. 5:27), odiado por los judíos; otro, Natanael, un
verdadero israelita en quien no había engaño (Jn 1:47).
Esta puerta, como en el
templo de Israel, es la primera que debe ser restaurada en la iglesia del
Señor.
No en teoría, ni por
doctrina, sino de hecho y en verdad.
En caso de que esta puerta
no sea restaurada primero, no nos diferenciaremos en nada de los fariseos.
En este sentido, la
palabra del Señor nos dice: "Por
tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para
gloria de Dios" (Rom. 15:7).
¡Bendiciones para todos!
Aguasvivas.cl
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