En su Santa Palabra, Dios nos enseña tres
aspectos de su reino: ver, entrar y heredar.
Estos tres aspectos están relacionados con
la vida del cristiano, desde su nuevo nacimiento hasta su glorificación.
Jesús nos enseña dos aspectos en (Juan 3: vv,
3 y 5), cuando dice: "...el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios ... el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios".
Así como lo enseñó el Señor Jesús a
Nicodemo, este nuevo nacimiento comienza con Cristo, cuando Él fue levantado de
la tierra en aquella cruz, de igual manera como fue levantada la serpiente en
el desierto (Juan 3:14).
A
aquél que no conoció pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que en él
fuésemos hechos justicia de Dios (2 Cor. 5:21).
Morimos con Cristo en su cuerpo en aquella
cruz, y nacemos de nuevo por la resurrección, para una esperanza viva, para una
herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible (1 Ped. 1:3-4).
Este nuevo nacimiento está consumado en Cristo,
ahora es necesario entrar en el reino, nacer de agua y del Espíritu. Cuando
nacemos del Espíritu, somos incluidos en su Cuerpo, del cual el Señor
Jesucristo es la cabeza.
Este reino no tiene una apariencia
exterior, como dijo Jesús, mas el reino de Dios está entre nosotros (Luc.
17:21).
Este reino ya es llegado para quien nació
de agua, esto es, de la Palabra (Stgo. 1:18; 1 Pd. 1:23), y del Espíritu.
No basta con ver el reino, es necesario
también entrar en el reino, nacer del Espíritu.
Este reino es su iglesia, donde el Señor ya
reina, ya es Señor, y por su sangre nos perdonó nuestros pecados y nos hizo
reyes y sacerdotes (Apo. 1:5-6).
Pero hay un tercer aspecto del reino, que
es heredar:
"...confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios" (Hechos 14:22).
El nuevo nacimiento en Cristo es una obra
exclusiva de Dios. Nadie hizo nada para nacer de nuevo; es un nacimiento de lo
alto, un regalo de Dios por Su Gracia:
"...aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos)" (Efe. 2:5).
Así que ver el reino de Dios es por la
gracia, y entrar en el reino de Dios es por la fe.
La gracia es un don de Dios, y es mediante
la fe que la alcanzamos (Efe. 2:8).
"Pero
sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a
Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Heb.
11:6).
Ver el reino es por la gracia, entrar en el
reino es por la fe, y heredar el reino es como nos enseña (Hechos 14:22), por
la permanencia en la fe.
Es, como nos dice también el texto de (Heb.
6:12), por la fe y paciencia, en nuestra perseverancia.
Y el apóstol Pedro aún nos exhorta
diciendo: "Por lo cual, hermanos,
tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo
estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y
generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo"
(2 Ped. 1:10-11).
Si usted ya vio el reino, ahora entre por
la fe. Y si ya entró en él , entonces exhortémonos unos a los otros, en tanto
que se dice hoy, a perseverar en la fe.
¡Bendiciones para todos!
Aguasvivas.cl
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