jueves, 24 de abril de 2008

El estanque de Siloé


En el Evangelio de Juan ha quedado constancia de que Jesús sanó a un hombre que había estado ciego desde su nacimiento junto al estanque de Siloé.

El estanque de Siloé, o Siloam es real, y fue alimentado por las aguas de un manantial subterráneo que fluyó por un túnel originalmente construido por el Rey Ezequias, que gobernó a Israel entre los años 716 y 687 a. C., tal y como lo señala la Biblia:

(2 Reyes 20:20) “Los demás hechos de Ezequías, y todo su poderío, y cómo hizo el estanque y el conducto, y metió las aguas en la ciudad, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?”

En 1880 se descubrió una inscripción en el lugar del estanque de Siloé describiendo de qué modo dos equipos de judíos cavaron un túnel, unos en dirección de otros para finalmente encontrarse de frente bajo la tierra. El descubrimiento se conoce como la inscripción de Siloam y se halla en el Museo Arqueológico de Estambul, en Turquía. Tal inscripción dice lo iguiente:
“Y este es el relato del descubrimiento. Mientras los que cavaban el túnel estaban trabajando con sus picos, los unos en dirección a los otros, y mientras quedaban aún cinco pies de rocas que atravesar, la roca se partió hacia el sur y hacia el norte, y se escucharon las voces, llamándose los unos a los otros. En ese momento los obreros lograron establecer contacto golpeando un pico contra el otro. Luego el agua comenzó a fluir desde el manantial al estanque a lo largo de una distancia de 1.900 pies y la altura del túnel, sobre las cabezas de los obreros era de 160 pies."
En las excavaciones también fueron halladas monedas más recientes, que datan de mediados del siglo previo al nacimiento de Jesús. Y se ha desenterrado un amplio tramo de escalones que desciende hacia el lugar, donde un canal estrecho transporta el agua a través de rocas anaranjadas.

Las Piscinas de Siloé han sido objeto de investigación desde el siglo XIX, y también son mencionadas por fuentes históricas judías como el lugar donde surgía agua considerada ritualmente pura para ser empleada en ceremonias.

Pues fue junto a este estanque justamente donde Jesús hizo uno de los milagros más maravillosos de la historia bíblica, y que por cierto causó mucha inquietud como todo lo que Cristo hacía entre los judíos fariseos incrédulos.
 
(Juan 9:1-8) 
9:1 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
9:2 Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?
9:3 Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.
9:4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.
9:5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo.
9:6 Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego,
9:7 y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.
9:8 Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?
9:9 Unos decían: El es; y otros: A él se parece. El decía: Yo soy.

Según las propias palabras de Jesús, este milagro iba a causar revuelo entre la casta de religiosos –o sepulcros blanqueados, como el Señor los llamaría—, simplemente porque tal sanidad la hizo en sábado, o sea, en día de reposo.

(Mateo 12:8)
“…porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.”


y (Lucas 6:9-11)6:9 Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla?

Es a través de este hecho de sanidad de un ciego en el estanque de Siloé como Dios nos revela que Cristo es el Señor de toda la Creación, que Cristo es Señor del sábado, es Señor del domingo, es Señor del lunes, y es Señor de todo lo que existe, de lo que se ve y lo que no se ve … porque “todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” [Juan 1: 3]

No hay duda de que la Palabra de Dios es Palabra viva y eficaz.

¡Dios les bendiga!


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