Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».
– Juan 3:16.
Amigo mío, he aquí la pregunta más importante de tu vida. El gozo o la tristeza que experimentes en la eternidad dependen de ella. La pregunta es: ¿Eres salvo? No si eres miembro de una iglesia, ni cuán bueno eres, sino si eres salvo. Solo Dios salva, y él describe en su Palabra el único plan de salvación. El plan es sencillo, y puedes ser salvo hoy mismo.
Primero, debes reconocer que eres pecador. «No hay justo, ni aun uno» (Rom. 3:10). «Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios» (Rom. 3:22-23). Por cuanto eres pecador, estás condenado a muerte. «Porque la paga del pecado es muerte» (Rom. 6:23). Esto significa separación de Dios en el infierno eterno; es horrible, pero es la realidad.
Sin embargo, Dios te amó de tal manera que dio a su unigénito como tu sustituto. Jesucristo murió en tu lugar y llevó tu pecado. «Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia…» (1 Ped. 2:24). Jesús tuvo que morir y derramar su sangre. «Sin derramamiento de sangre no se hace remisión» (Heb. 9:22). Tu pecado fue echado sobre Jesús, quien murió en tu lugar. Esto es verdad. Dios no miente.
El carcelero de Filipos preguntó a Pablo y a Silas: «¿Qué debo hacer para ser salvo?». Ellos respondieron: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo» (Hech. 16:31). Es sencillo: solo tienes que creer que Él llevó tu pecado, murió en tu lugar, fue sepultado y resucitó para tu justificación.
Tú eres un pecador y seguramente estás arrepentido de serlo. Por lo tanto, no esperes más tiempo. Dios está deseoso de salvarte. Solo tienes que decir: «Dios mío, soy un pecador. Perdóname, estoy arrepentido, ten misericordia de mí y sálvame por amor de Jesús». Sí, tómale la palabra. «Porque todo aquel (incluido tú) que invocare el nombre del Señor, será salvo»(Rom. 10:13). Cree y serás salvo. Lo que te salva no es asistir a la iglesia, ni tus buenas obras. Solo Cristo salva.
Tú dirás: «¿Es eso todo lo que hay que hacer para ser salvo?». Sí, eso es todo. Es lo que está escrito. Es el plan de Dios. Créelo y ponlo en práctica hoy mismo. Ahora es el tiempo. «He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación» (2 Cor. 6:2).
Si estas palabras no te parecen lo suficientemente claras, léelas varias veces hasta que las hayas comprendido bien. Tu alma vale más que todos los tesoros del mundo. «Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?» (Mar. 8:36).
Asegúrate que estás salvado, pues tú lo necesitas sobre todas las cosas. Si pierdes el alma, lo pierdes todo. Que Dios te ayude a salvarte hoy. No confíes en tus sentimientos, pues ellos cambian. Afírmate en las promesas de Dios, que nunca cambian. «A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos» (Mat. 10:32).
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