martes, 16 de noviembre de 2021

La misericordia de Dios

 


Alabad a Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia. (Salmos 136:1).

 

 

Dios tiene que ser alabado por su Gran bondad, tenemos que alabarlo todos los días, tenemos que alabarlo siempre. La misma Palabra lo ordena, no como una imposición mecánica o un gravamen o exigencia, sino como una alabanza genuina que brote de nuestro corazón para Él.

 

La misericordia de Dios la podemos considerar como esa virtud divina por medio de la cual Él detiene el juicio de muerte que merecemos como pecadores, y espera que nosotros tomemos el paso del arrepentimiento para así ya no tener que pagar con nuestra vida.

 

Para que este arrepentimiento pudiera surtir efecto, ya el Señor Jesús pagó por todos nuestros pecados en la cruz y Su sangre es efectiva para limpiarnos aún hoy de todo pecado.

 

La misericordia es un deleite para Dios, dice (Miqueas 7:18-19) “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.  El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.”

 

Nuestro Dios es eternamente bueno y misericordioso. Es difícil entender cómo Él puede deleitarse en misericordia cuando día tras día los seres humanos fallamos. Pero Dios prefiere la misericordia al enojo. ¡Qué bueno es Dios! Esto es algo que debemos aprender para aplicarlo en nuestro terreno nosotros, es decir, preferir también la misericordia, la compasión y el perdón antes que el enojo, el odio y las rencillas.

 

La misericordia de Dios hace posible en nuestras vidas un sinnúmero de bendiciones. La misericordia de Dios nos sana de las enfermedades; la misericordia de Dios nos provee todos los días, a veces sin que lo notemos; la misericordia de Dios nos limpia cada vez que confesamos nuestros pecados delante de Su Presencia.

 

Dios es misericordioso y bueno para siempre. Él hace que el sol y la lluvia salgan sobre buenos y malos (Mateo 5:45). El sol y la lluvia son necesarios para que la tierra de sus frutos, para que los animales sacien su sed y se alimenten, para que muchos procesos naturales se lleven a cabo y las personas puedan proveerse. Dios nos da todo por su misericordia.

 

Dios es eternamente bueno y misericordioso. (Salmos 103: 1-5) “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”

 

¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a tanta misericordia inagotable?  Por supuesto que hay muchas más muestras de la misericordia de Dios. Y por ello la pregunta es, ¿nosotros cómo deberíamos actuar?

 

Dios espera que al darnos tanta misericordia, nosotros también demos misericordia a los demás. No puede ser que Dios sea bueno con nosotros y nosotros no lo seamos con el prójimo en la medida de nuestras posibilidades.

 

No basta con aceptar que somos pecadores y que hemos hecho cosas indebidas; hay que cambiar el rumbo, girar hacia los mandamientos de Dios y dejar atrás aquello que no le agrada a Él. De esta manera, dice la Biblia que alcanzaremos más misericordia.

 

Este tiempo de Gracia, ante la inminente venida de nuestro Señor Jesucristo, nos ha sido dada para que arreglemos nuestras vidas. También desde luego para hablarles a otros de Su Palabra, pero también, más todavía, con nuestro ejemplo.

 

La Biblia dice que la misericordia de Dios es para siempre y eso es absolutamente cierto. Así que debemos aprovechar este tiempo de Gracia sobre nosotros para vivir como nuevas criaturas y en paz con Él.

 

El Espíritu puso en mi corazón escribir este mensaje. Mando bendiciones del Señor para todas las familias, para los hijos de Dios. Para todos aquellos que han regresado a las aulas o al trabajo. Para los hijos y nietos. Dios bendiga sus vidas siempre.

 

Bendito sea el Señor! Amén.


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