TITULO: ¿QUÉ VAS A ELEGIR HOY?
TEXTO: (DEUT. 30:19)
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia…”
ORACIÓN: TODA
INTRODUCCION:
En numerosas ocasiones he escuchado a personas que se quejan de lo que son, se quejan de su condición, se lamentan del sufrimiento que han enfrentado a lo largo de los años, se quejan del modo en que han vivido sus vidas.
Estas personas viven mal, se sienten mal, sufren, odian, experimentan frustración, perviven con malos deseos en su corazón, y algunas hasta han llegado a desear quitarse la vida en lo más íntimo de su ser.
La amargura y el desaliento han hecho morada en sus corazones y no tienen ánimos para seguir viviendo porque no encuentran en este mundo una razón verdadera para existir.
Y la mayoría de estas personas han llegado a la conclusión de que la vida no tiene sentido, sienten que vivir es un absurdo, y por dentro desearían encontrar una salida, desearían encontrar un verdadero significado que nunca encuentran.
DESARROLLO:
Estas personas que refiero comúnmente se quejan diciendo:
–Yo no escogí este tipo de vida que me tocó.
–Yo no escogí esta familia en que nací.
–Yo no escogí este lugar en donde vivo.
–Yo no escogí la pobreza que me tocó vivir.
–Yo no escogí el sufrimiento y las carencias.
Y es verdad… ninguno de nosotros tuvo oportunidad de escoger.
Porque nunca a nadie se le pregunta antes de nacer:
–¿En qué país deseas nacer?
–¿Qué clase de familia te gusta más?
–¿Quieres nacer en un hogar rico o pobre?
–¿Quieres padres ilustres o padres empobrecidos?
Pero déjame decirte algo:
Hubo alguien que sí pudo escoger todo eso antes de nacer.
Hubo alguien que sí pudo escoger cómo sería su vida.
Él escogió nacer en uno de los lugares más humildes del mundo… en un pesebre, junto con los animales, antes que escoger la mejor cama mullida de un rico palacio:
(Lc. 2:16-18) “Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
Él escogió crecer, vivir su niñez y su adolescencia en una humilde ciudad, en Nazareth de Galilea, que era desestimada y tenida en poco por la gente:
(Jn. 1:45-46) “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. 46 Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.
Él escogió ser el hijo de un carpintero antes que el hijo de un príncipe rico de su época:
(Mt. 13:55) “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
Pero déjame decirte otra cosa:
Él escogió todavía algo aún mayor.
Él escogió morir en la cruz por tus pecados.
Él escogió morir en la cruz y entregar su vida a los 33 años por amor a ti.
Escucha bien:
Hay cosas que tanto tú como yo no podemos escoger en la vida… porque ya vinieron así.
Pero déjame decirte algo:
Déjame decirte que en Cristo, tenemos una oportunidad para escoger.
Déjame decirte que en Cristo, Dios nos da una oportunidad de elegir.
Porque en Cristo podemos escoger la verdadera vida.
Nacemos en pecado y en muerte espiritual, eso está claro.
Y si dudas esto yo te digo: mira a tu alrededor y dime lo que ves.
Mira a tu alrededor y dime lo que percibes, dime lo que ves:
¿Ves muerte, ves pecado, ves sufrimiento, ves engaño, ves maldición, ves amarguras, ves odio, ves homicidios, ves asesinatos, ves drogadicción, ves adulterio, ves fornicación, ves miseria, ves corrupción, ves todo eso…?
Podemos caminar en esta vida solos, sin esperanza, lamentando ser lo que somos, lamentando lo mal que nos va porque no escogimos ser como somos.
Podemos caminar en esta vida quejándonos continuamente de todo lo que somos, y reclamándole a Dios por qué somos como somos.
Podemos caminar en esta vida odiándonos unos a otros, sufriendo, lacerándonos, tan solo para enfrentar un día a la muerte sin ninguna esperanza.
Y yo te pregunto:
¿Escogerás la desesperanza? ¿Escogerás la amargura? ¿Escogerás la tristeza?
¿Seguirás viviendo como vives? ¿Seguirás haciendo las mismas cosas que haces? ¿Seguirás siendo como eres?
Porque hoy Cristo te da la oportunidad para que elijas.
Sí. Tú puedes elegir hoy.
CIERRE:
Hoy tú puedes elegir, tú puedes escoger. Puedes escoger la muerte, o sea, puedes escoger seguir viviendo como vives.
O puedes escoger la vida, la vida eterna que es Cristo Jesús.
¿Qué vas a elegir hoy?
¿Elegirás camino de muerte, o elegirás camino de vida?
Cristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Jn. 14:6)
¿Escogerás la desesperanza, la amargura y la tristeza en que vives?
¿O escogerás a Cristo, el cordero de Dios que limpia los pecados del mundo?
¿Qué vas a elegir hoy?
Ya lo sabes: si decides seguir viviendo como vives estarás escogiendo la muerte eterna.
Mas si escoges a Cristo, tendrás vida, y la tendrás en abundancia.
Cristo dijo:
“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. (Jn. 10:9-10)
¿Qué vas a elegir hoy?
Recibe ahora mismo la salvación y la vida eterna que Cristo te ofrece, y deja de sufrir.
Cristo te dice hoy:
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia…”
¿Qué harás con tu vida? ¿Qué vas a elegir hoy?
Escoge la vida. Escoge a Cristo.
No importa la situación en que te encuentres, no importa como te sientas, no importa si estás triste, si estás desesperanzado, si tienes deseos de llorar… no importa cómo te sientas.
Dios está al pendiente de todo lo que tú eres, Él te ama, él quiere regalarte la vida eterna por la fe en Cristo Jesús.
Isaías 55:3 dice: “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno…”
Escoge la vida, ven a Jesús y vivirás eternamente.
Sólo pronuncia esta oración ahí mismo donde te encuentras, en voz audible, y dile a Dios:
Padre Santo:
Reconozco que soy un pecador y que te he ofendido. Me arrepiento de todos mis pecados. Te entrego hoy mi corazón. Entra en él y cambia mi vida. Le abro la puerta a Jesucristo, tu Hijo amado. Límpiame y lávame con
En el nombre de tu Hijo amado Jesucristo.
Amén.
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