[Job 35: 10]
Yo espero no predicar nunca un sermón en el que no me dirija a los impíos, pues, ¡oh, cuánto los amo! Blasfemo, tu boca es ahora negra por tus juramentos; y si te mueres, seguirás blasfemando por toda la eternidad, y ¡serás castigado por ello por toda la eternidad! Pero, ¡escúchame, blasfemo! ¿Te arrepientes? ¿Sientes que has pecado en contra de Dios? ¿Sientes un deseo de ser salvado? ¡Escucha esto! Tú puedes ser salvado; tú puedes ser salvado.
Tenemos a una mujer; ella ha pecado enormemente contra Dios, y se sonroja incluso ahora mientras menciono su caso; ¿te arrepientes de tu pecado? Entonces hay perdón para ti; recuerda a Quien dijo: "Vete, y no peques más". ¡Borracho! Hace muy poco tiempo andabas tambaleándote por la calle, y ahora te arrepientes; borracho, hay esperanza para ti.
"Bien" -dirás- "¿qué debo hacer para ser salvo?" Déjame decirte otra vez el viejo camino de salvación; es "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo." No podemos llegar más lejos, no importa lo que hagamos; esta es la suma y sustancia del Evangelio. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo." Eso dijo el propio Salvador. Acaso tú preguntes: "¿qué cosa es creer?" ¿Debo repetírtelo otra vez? No puedo responderte otra cosa sino que es mirar a Cristo.
¿Ves al Salvador allí? Cuelga de la cruz; allí están Sus amadas manos, traspasadas por clavos, clavadas al madero, como si estuviesen esperando tus pisadas tardías, porque no quieres venir. ¿Ves allí su amada cabeza? Cuelga sobre Su pecho, como si quisiese inclinarse para besar a tu pobre alma. ¿Ves Su sangre, brotando de Su cabeza, de Sus manos, de Sus pies, y de Su costado? Va en pos de ti, porque sabía muy bien que tú nunca irías en pos de Él. ¡Pecador, para ser salvado, todo lo que tienes que hacer es mirar a ese Hombre! ¿Acaso no puedes hacerlo ahora?
"No" -respondes- "no creo que Él me salve". Ah, mi pobre amigo, te lo suplico, inténtalo; y si no tienes éxito, cuando lo hayas intentado, yo serviré de garante por mi Señor. Aquí, tómame, átame, y yo sufriré la condenación por ti.
Me aventuro a decir esto: si tú te apoyaras en Cristo, y Él te abandonara, yo estoy dispuesto a ir a medias contigo en todo tu sufrimiento y dolor; pues ¡Él no lo hará nunca; nunca, nunca, NUNCA!
"Ningún pecador fue enviado de regreso con las manos vacías,
Al venir en busca de misericordia en el nombre de Jesús."
Charles Spurgeon
No hay comentarios:
Publicar un comentario