(Santiago 1: 2-5) Hermanos
míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que
la prueba de vuestra fe produce paciencia. 4 Mas tenga la paciencia su obra
completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. 5 Y
si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
Llevamos 20 meses de
pandemia y han muerto millones en el mundo.
Muchos de los fallecidos
eran cristianos, pero muchos otros no. La mayoría de ellos murió sin Cristo y
eso es terrible.
Los cristianos que fallecieron
ya duermen en el señor y damos gloria a Dios por su Fidelidad.
¡Que tremenda prueba tan
inesperada hermanos! Hace dos años el mundo estaba como había estado siempre.
No había restricciones para andar, la gente hacía lo que quería sin amenaza de
plagas, se movía como le placiera.
Hoy todavía no sabemos cuánto
va a durar esta pandemia; se habla de que conviviremos con el virus y quizás lo
haremos hasta que Cristo venga. Eso nadie lo sabe.
Santiago o Jacobo escribe
esta epístola: se trata de uno de los hermanos del Señor Jesús. Y Santiago inicia
su carta hablando justamente de las diversas pruebas, de las grandes o las
medianas (en el reino de Dios no hay prueba que sea pequeña), y del modo en cómo
debemos resistirlas los creyentes.
Pero Santiago no nos habla
de las muchas pruebas que enfrentamos los cristianos como un consejo de líder;
nos habla de las pruebas porque él mismo estaba siendo probado como siervo del
Señor. Y la palabra que Santiago utiliza es PACIENCIA.
¿Por qué paciencia? Porque
él sabía que en ocasiones las pruebas tienden a alejar a la gente de Dios.
Entonces él nos habla de paciencia y de sumo gozo, porque Santiago nos anticipa
cuál es el resultado de la prueba en Cristo y cuál es su trascendencia
espiritual en nuestras vidas cuando salimos de ellas.
Él escribe esta carta en
un tiempo de persecución, en un tiempo de angustias y temores, en donde todos
ellos estaban siendo perseguidos y ejecutados por los emperadores romanos.
Y de hecho todos los
apóstoles de Cristo murieron finalmente en pruebas trágicas: algunos fueron
decapitados, otros fueron quemados, otros echados a las fieras, y Santiago
mismo muere violentamente al ser tirado de un piso alto y luego apedreado en el
año 62 d.C.
Así que ni Pedro ni
Santiago escriben de las pruebas en la Biblia como si las desconocieran.
Escriben de ellas porque las vivieron en carne propia, porque experimentaron el
dolor y la angustia al igual que nuestro Señor Jesús.
Y si pensábamos hermanos que
nosotros no seríamos probados, tan sólo pensemos en las tragedias ocurridas en
estos 20 meses de pandemia.
Esta gran prueba no ha
sido solamente para los creyentes sino para toda la humanidad. Pensemos en
cuántos murieron, en todas las familias que perdieron a familiares, en cuántas
familias quedaron huérfanas, en todos los hermanos que sufrieron la enfermedad y
vivieron esa terrible tribulación de estar confinados o en una cama de hospital,
preguntándose con lágrimas en los ojos por qué les sucedió a ellos. Y pensemos
en los miles que aún siguen padeciendo las secuelas.
O simplemente evoquemos
las diversas pruebas de otra índole, en las carencias, en los problemas de
rupturas, en las enfermedades de nuestro cuerpo, en los ataques que muchos hemos
vivido de una u otra forma.
Amados: Las pruebas son
eventos que todos los creyentes vamos a pasar, es algo que todos vamos a vivir
y debemos entenderlo. Es algo que no vamos a poder evitar. Ni el Señor Jesús ni
ninguno de los apóstoles pudieron evitar vivir sus propias pruebas, y todos
ellos pagaron con sus propias vidas.
Ahora bien, la Biblia nos
dice que en un sentido espiritual, las pruebas en la vida del creyente tienen
un efecto purificador, tienen un efecto de fortalecimiento de nuestra fe. Es
por eso que Dios nos prueba en este mundo, y además las pruebas demostrarán en
quién está puesta nuestra fe.
Porque la clave de la
prueba es la perseverancia que cada uno como creyente va demostrar debido al
amor que tiene por el Señor.
Hay muchos que en medio de
la prueba han abandonado la fe de Cristo. Otros han aceptado la prueba, si no
con gozo, como dice Santiago, han sabido retener lo que tienen del Señor.
Porque la fe de un
cristiano no se destruye en medio de la prueba, sino que se fortalece y sale
victoriosa.
La clave de pasar por las pruebas
es la perseverancia en Cristo. No existe otra fórmula. Necesitamos permanecer
en la Palabra, tenemos que perseverar en medio de las pruebas y seguir alabando
y adorando al Señor en nuestros corazones.
(Hechos 14:22) confirmando
los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y
diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el
reino de Dios.
Las pruebas examinan
nuestra fe. Si hoy te encuentras en medio de una prueba es con el propósito de
fortalecer tu fe, porque la prueba es siempre una bendición en los hijos de Dios.
El Señor utiliza las pruebas en la vida del cristiano para producir crecimiento
y fuerza espiritual.
A menudo, cuando estamos
pasando por una prueba nos preguntamos por qué permite Dios aquella situación.
Pero Dios nos responde esta pregunta a través de la epístola de Santiago:
PACIENCIA DE DIOS PARA FORTAECERNOS ESPIRITUALMENTE Y ALCANZAR LA META DE LA
SALVACIÓN.
Demos gracias a Dios
entonces por las pruebas, y alabemos al Señor por su Gran Sabiduría para tratar
con cada uno de nosotros en sus diversas pruebas.
Bendiciones para todos los que lean esta Palabra, en el Nombre bendito de Jesús.