«Jesús, Señor
nuestro»
(Romanos
4:24).
EL
NOMBRE BENDITO DE JESÚS, EL HIJO DE DIOS, ES SOBRE TODO
PRINCIPADO Y AUTORIDAD Y PODER Y SEÑORÍO, Y SOBRE TODO NOMBRE QUE SE NOMBRA, NO
SÓLO EN ESTE SIGLO, SINO TAMBIÉN EN EL VENIDERO. (EFE. 1:21)
Y
ESTE NOMBRE: JESÚS, SEÑOR NUESTRO, MUESTRA UN GRAN CONTRASTE CON LA ENCARNACIÓN
Y HUMILLACIÓN EN EL PESEBRE.
Y
AUNQUE EN POBREZA, EN VERGÜENZA Y MUERTE; JESÚS ERA Y SIGUE SIENDO, SIN
EMBARGO, SEÑOR.
DEBE
SER EL GRAN ANHELO DE CADA UNO DE NOSOTROS SEGUIR AL SEÑOR PLENAMENTE: EN EL
CURSO DE NUESTRA OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DE DIOS Y DE NUESTRO SERVICIO A SU
HONOR; UNIVERSALMENTE, SIN DIVISIÓN; RECTAMENTE, SIN SEPARARNOS; GOZOSAMENTE,
SIN DISPUTAR; Y CONSTANTEMENTE, SIN TIBIEZA... ESTO ES SEGUIRLE PLENAMENTE.
VEREMOS
ALGO SOBRE ESTE TEXTO ROGANDO AL SEÑOR QUE UNJA CON ACEITE FRESCO SU PALABRA,
EN EL PRECIOSO NOMBRE DE CRISTO.
I. SU TIERNA
CONDESCENDENCIA ENNOBLECE EL TÍTULO.
NOSOTROS
LE RECONOCEMOS COMO SEÑOR MÁS PLENAMENTE Y SIN RESERVAS PORQUE NOS AMÓ, DIO SU
VIDA Y SE DIO A SÍ MISMO POR NOSOTROS.
EN
TODOS LOS PRIVILEGIOS QUE NOS HA CONCEDIDO ÉL ES SEÑOR DE NUESTRA SALVACIÓN.
Y
NOSOTROS HEMOS RECIBIDO A CRISTO JESÚS EL SEÑOR (COL. 2:6) Por
tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él.
CON
REFERENCIA A LA IGLESIA LE HALLAMOS COMO CABEZA DE LA IGLESIA, A QUIEN TODO
ESTÁ SUJETO (EFE. 5:23) porque el marido es cabeza de
la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él
es su Salvador.
EN
LA OBRA DE NUESTRA VIDA, JESÚS ES SEÑOR, Y VIVIMOS PARA EL SEÑOR (ROM. 14:8) Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si
morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del
Señor somos.
GLORIFICAMOS
A DIOS EN SU NOMBRE, Y LE GLORIFICAMOS
EN
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS, QUE ES EL PRIMOGÉNITO ENTRE LOS MUERTOS (COL. 1:18) y él es la cabeza del cuerpo que es la
iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para
que en todo tenga la preeminencia.
GLORIFICAMOS
A DIOS EN SU ADVENIMIENTO… PORQUE SU APARICIÓN ES EL PRINCIPAL MOTIVO DE GLORIA
(TITO 2:13) aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo.
EL
SEÑOR JESÚS, EN LA GLORIA ETERNA, SERÁ ADORADO PARA SIEMPRE (APO. 5:12-13) que decían a gran voz: El Cordero que fue
inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado
que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y
a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono,
y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos
de los siglos.
II. NUESTROS CORAZONES
SABEN QUE EL SEÑOR JESÚS ES NUESTRO SALVADOR
1.
POR ESO NOS RENDIMOS SÓLO A ÉL.
MOISÉS
ERA UN SIERVO… PERO JESÚS ES SEÑOR, MAESTRO Y CRISTO DE TODOS.
(MAT.
23:8-10) que decían a gran voz: El
Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la
tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos
hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza,
la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
2.
NOS DAMOS A JESÚS SIN RESERVAS… DESEAMOS QUE NUESTRA OBEDIENCIA SEA PERFECTA.
3.
LE RECONOCEMOS EN LA ADMINISTRACIÓN DE TODOS LOS ASUNTOS EN LA IGLESIA Y EN LA
PROVIDENCIA PARTICULAR SOBRE NUESTRAS VIDAS.
III. HALLAMOS DULZURA EN LA PALABRA «SEÑOR NUESTRO».
PORQUE
NOS HACE RECORDAR NUESTRA RELACIÓN PERSONAL CON EL SEÑOR.
CADA
CREYENTE USA ESTE TÍTULO EN SINGULAR Y LE LLAMA DE CORAZÓN: «MI SEÑOR.»
DAVID
DIJO: «JEHOVÁ DIJO A MI SEÑOR.»
ELISABET
EXCLAMÓ: «LA MADRE DE MI SEÑOR.»
MAGDALENA
DIJO: «SE HAN LLEVADO A MI SEÑOR.»
TOMÁS
DIJO CUANDO LE VIÓ RESUCITADO: «SEÑOR MÍO
Y DIOS MÍO.»
EL
APÓSTOL PABLO ESCRIBIÓ: «EL CONOCIMIENTO
DE CRISTO JESÚS MI SEÑOR.»
5.
NUESTRO ANHELO DE HACERLE SEÑOR SUPRIME TODA EXALTACIÓN PROPIA.
6.NUESTRO
GOZO COMÚN EN JESÚS COMO SEÑOR ES UNA EVIDENCIA DE LA GRACIA Y HACE SENTIRNOS
UNIDOS EL UNO CON EL OTRO. (1 COR. 12:3) Por
tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema
a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.
UN
DISCÍPULO DE CRISTO ES AQUEL QUE SE DA A SÍ MISMO PLENAMENTE A LA DISPOSICIÓN
DE CRISTO: PARA APRENDER LO QUE ÉL ENSEÑA; CREER LO QUE ÉL REVELA; HACER LO QUE
ÉL MANDA; EVITAR LO QUE PROHÍBE; SUFRIR LO QUE ÉL PERMITE POR SU CAUSA, CON LA
ESPERANZA DE LA RECOMPENSA QUE NOS HA SIDO PROMETIDA.
TAL
ES UN DISCÍPULO DE CRISTO.
¡DIOS
TE BENDIGA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario