lunes, 28 de abril de 2008

Cuando el tiempo se detuvo


En Josué 10, la Biblia cuenta la historia del día cuando el sol y el tiempo se detuvieron.


Los Israelitas estaban peleando contra los Amorreos en Canaán. Durante la batalla, Josué oró para que el sol y la luna se detuvieran y así pudieran tener más luz para terminar la batalla.

Las escrituras muestran que estas oraciones fueron escuchadas: el sol "no se apresuró a ponerse casi un día entero" (v, 13). ¡El mismo sol en el cielo al cual los Amorreos rindieron culto luchó contra ellos!

Se han sugerido varias interpretaciones modernas de la historia:

  • Algunos dicen que no hubo ningún milagro, solamente un idioma poético. ¡Los Israelitas habían luchado tan duro que les pareció como dos días de trabajo seguidos!
  • Otros proponen que una nube oscureció el sol, manteniéndolo lo suficientemente fresco para continuar luchando toda la tarde. Por supuesto, éste alivio del calor hubiera beneficiado tanto al enemigo como a Israel.
  • Igualmente, un eclipse solar se ha sugerido como el causante de la reducción de la luz del sol. Pero eclipses solares sólo duran por unos cuantos minutos, no un día entero.

Todas estas explicaciones no pueden responder el hecho de que no ha habido nunca otro día como el que demuestran las escrituras (Josué 10:14, cf. Habacuc 3:11...El sol y la luna se pararon en su lugar...).

¿Qué realmente pasó en ese día tan especial? Como con todos los milagros, es inútil especular con teorías científicas. Los detalles son inciertos, pero nosotros sabemos que Dios pudo haber refractado la luz, o pudo haber retardado la rotación de la tierra, o pudo detener el universo entero ¡Todo con la misma facilidad!

El tiempo se detuvo para Josué, y retrocedió para Ezequías (2 Reyes 20:8-11).

Dios usó este evento como una señal especial para mostrar a Ezequías que él recobraría su salud. La sombra del sol retrocedió diez pasos, probablemente cinco a seis horas en el reloj. Es decir, el sol parecía moverse hacia el este en vez del oeste. La conclusión es de nuevo la misma, que semejante milagro está más allá de la explicación científica.

Dios puede haber revertido la rotación de la tierra temporariamente, afectando a todos sus habitantes, o el milagro en ese día de Ezequías podría haber sido local en vez de mundial. Este último hecho es respaldado por (2 Crónicas 32:31), el cual describe a mensajeros que viajaron al lugar donde el milagro ocurrió.

Josué y Ezequías pidieron cosas muy grandes al Señor, que los mismos cielos puedan alterarse. Y Dios contestó a sus oraciones. El sol, la luna, y las estrellas obedecen al Creador el cual las puso en el cielo por el poder de su palabra.



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